Por qué Madrid no es Ámsterdam
En la capital holandesa, uno de cada tres viajes se hace en bici. Aquí, ni el 1% - Cien ciclistas convocados por la embajada de ese país comprueban la causa
Aníbal refunfuña en el asiento de bebé. "No le gusta parar", dice su padre. Pero no queda otra. El padre conduce la bici y esquiva coches, y el niño, amarrado con correas a la silla, pone caritas cada vez que frenan. Quizá en 2016 Madrid sea olímpica. Y como establece el Plan Director de Movilidad Ciclista, quizá para entonces, cuando Aníbal tenga nueve años y vaya en su propio sillín, el paseo de la Castellana disponga de carril-bici de punta a punta. Pero aún no existe. Y recorrer la avenida hasta el parque del Retiro, como hicieron ayer un centenar de ciclistas, es una carrera de obstáculos entre coches, charcos y humo.
La excusa era una invitación de la Embajada de Holanda para promocionar que tendrán una etapa en la Vuelta Ciclista a España. Quieren fomentar el uso de la bici, dicen, como ocurre en Ámsterdam. Pero no hay color. Para que Madrid se pareciera a la capital holandesa -donde el 73% de los habitantes tienen una o más bicis que usan a diario y donde las calles estrechas y planas facilitan su uso- necesitaría más carriles, más educación vial y más conciencia entre los conductores.
Aquella ciudad, tres veces más pequeña, tiene 400 kilómetros de carril reservado
El préstamo de bicis, que triunfa en Sevilla y Barcelona, se pospuso por la crisis
"Hay demasiado espacio para el coche y mucha congestión", resaltaba ayer tras el paseo Ria Hilhorst, responsable de movilidad en el Ayuntamiento de Ámsterdam. El urbanista Alfonso Sanz, uno de los redactores del Plan Director de Movilidad Ciclista de Madrid, criticó cómo se está implantando el informe que quiere transformar a la capital en un lugar donde ir en dos ruedas no dé miedo. No es una forma de hablar. El 43% de madrileños encuestados en un estudio reciente del RACC señalaban que prefieren no usarla porque "no es seguro".
El plan ciclista de Madrid, presentado hace un año, incluye 575 kilómetros de carril-bici para 2016. Todos los distritos tendrán vías ciclistas, según el documento, y se eliminarán coches de las calles para dar espacio a las bicicletas. El informe prevé aparcamientos para bicis (unas 8.000 plazas) y un sistema de préstamo como el que ya triunfa en Barcelona, Sevilla o Zaragoza. Hasta la fecha se ha pospuesto en Madrid "por la crisis", según explican desde el Ayuntamiento.
Uno de los artífices de ese documento criticó ayer "la precipitación" con la que se ha puesto en marcha. Alfonso Sanz colaboró en la redacción del plan como asesor externo de gea21, un grupo de estudios y alternativas de movilidad. "No hay financiación estable", señala el urbanista. La construcción de carriles bici y aparcamientos, salvados por los Fondos de Inversión estatal, "se hace de forma precipitada". El dinero de los llamados Fondos Zapatero -23 millones para 50 kilómetros de carriles- tienen plazos y apretados. Deben estar construidos antes de que acabe el año.
Sanz, que usa la bici a diario para ir a la oficina, pone el ejemplo de su barrio, Prosperidad, donde hay un nuevo aparcamiento en el que ni siquiera caben bien las bicis. Y critica que "no se esté contando con la participación de los usuarios". Ciclistas como Juan Merallo, de la asociación Pedalibre, que ayer coordinó megáfono en mano el paseo por la jungla.
A Merallo, que lleva años peleando por hacer de Madrid una ciudad en dos ruedas, no le gusta que los aparcamientos de bicicletas roben espacio a las aceras, al peatón, en vez de quitárselo al coche. Y reclama "más infraestructuras, como en Holanda". Si comparamos otra vez, Ámsterdam (con una superficie tres veces más pequeña que la de Madrid y cuatro veces menos población) tiene ya 400 kilómetros de carril-bici frente a los 146 de la capital (la mayoría en el Anillo Ciclista, es decir, en recorridos que la gente normalmente no usa para ir a trabajar).
Sólo el 0,14% de los madrileños usa la bici para desplazamientos habituales. La previsión municipal es llegar al 4% en 2016. En Ámsterdam, casi un tercio de los viajes (27%) van sobre dos ruedas. "Es que aquí es peligroso", asegura Aafke Trouwborst (31), otra holandesa que se sumó al paseo. Arma Kleinepier, de 35, se gana la vida en Madrid organizando rutas alternativas para ciclistas y turistas.
"Aquí la bici no existe en la mente de los automovilistas", explica la mujer. Los conductores madrileños no están preparados, como denuncia el padre de Aníbal, José Mira. "Los taxistas son bastante agresivos, te hacen saber que tú molestas", protesta. En efecto, un taxista bajó ayer la ventanilla a mitad del paseo para protestar por el pelotón de la Castellana. "Hay que inculcarlo en los colegios, enseñar a los chavales a amar las bicis", reflexionaba el ciclista profesional Abraham Olano, campeón del mundo de contrarreloj y ganador de una Vuelta a España. También pedaleó ayer con el grupo. "Se hace extraño andar por mitad de Madrid en bici, rodeado de coches".
Friso Wijnen, el agregado cultural de la Embajada de Holanda, amaba la bici ya de pequeño, porque en su país es algo "tan natural que se da por descontado". En su país cunde el ejemplo: muchos políticos la usan a diario para llegar a los despachos. Él la aparcó cuando se trasladó a trabajar a Madrid. "A veces la cojo para ir al Retiro, pero no es lo mismo", asegura. "La echo mucho de menos, la bici es libertad".
"Hay que hacerlo fácil"
Le ha bastado un paseo para detectar lo que no le gusta. Ria Hilhorst, responsable de movilidad del Ayuntamiento de Ámsterdam, recorrió ayer por la mañana el paseo de la Castellana en bicicleta con una comitiva. ¿Algún problema? "Hay mucho ajetreo y congestión", resume. "Lo importante es darle prioridad al ciclista y al peatón". Ella es una de las que ha hecho posible que el 90% de las carreteras de la capital holandesa "sean fáciles para el que va en bici". En la mayoría de las calles, el límite de velocidad para coches se fija en 30 kilómetros. Y para que los conductores lo respeten, están plagadas de badenes que hacen frenar sí o sí.
Algunos planes son más difíciles de poner en marcha. Como carriles-bici que conecten de forma "rápida, confortable y segura" las zonas residenciales con el lugar de trabajo. Otros recursos suponen menos esfuerzo. La responsable de movilidad holandesa pone un ejemplo: duchas en las empresas. Es lo que hacen algunas compañías, que facilitan a sus trabajadores que se duchen en la oficina al llegar tras un recorrido de más de 10 kilómetros. En la puerta de sus trabajos, igual que en los colegios de sus niños, abundan los aparcamientos para bicis. "Se trata de que la gente se plantee para qué necesita el coche y vea que no le hace falta para nada".
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