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AL CIERRE
Columna
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El timo de la vivienda

La vivienda ha sido la gran perdedora en las políticas de las últimas décadas. Y por ello, la mayor parte de la ciudadanía ha salido perjudicada. Se han hecho espacios públicos y equipamientos, arquitectura comercial y operaciones residenciales especulativas. Pero casi no ha habido políticas de vivienda social. El retraso en negociar, aprobar y aplicar la Ley del Derecho a la Vivienda en Cataluña ha comportado que se agudice el vacío de vivienda asequible y adecuada. Además se mantiene el prejuicio de que no se necesitan más. Así, casi sin cobertura pública, resolver esta necesidad ha quedado en manos, por una parte, de los promotores, que salvo honrosas excepciones han primado el negocio especulativo. Y por otra, ha dependido de las entidades bancarias, que sobrevaloraron hace unos años las mismas viviendas que ahora valoran por lo bajo, reclamando a sus hipotecados no sólo sus pisos, sino que cubran ellos la diferencia entre lo que deben y el valor devaluado. Por esta razón, ya hace meses que miles de afectados por hipotecas que han quedado por encima del valor real o cuyas cuotas les resultan impagables se están organizando para defenderse de los abusos de una banca que, mientras aprieta a los que tienen pocos recursos, reclama fondos gubernamentales de rescate para rehacerce de irresponsabilidades legitimadas por tendencias económicas.

La vivienda, que debería ser la clave de la sociedad, y sus usuarios, que somos todos, han quedado desamparados. Y es esta sociedad la que está pagando por los errores de previsión de las instituciones y los bancos que deberían protegerla y la han defraudado.

Parece que en la Cataluña actual prevalece el prejuicio de que las políticas de vivienda son cosa de la derecha. Aún falta para que se den cuenta de que la base de la vida humana es el espacio doméstico. Lástima que aún falte para que las políticas de vivienda tengan el lugar central que les corresponde.

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