"¿Qué habéis hecho a mi país?"
Los jóvenes lamentan la oportunidad perdida de cambio
"¿Qué habéis hecho con mi país? ¿Qué va a ser de nosotros?", declara entre sollozos una joven periodista iraní a quien un policía acaba de golpear con la porra. Pero sus lágrimas son más de impotencia que de dolor físico. El perdedor oficial de las elecciones, Mir Hosein Musaví, ha convocado una conferencia de prensa en el diario Etelaat y varias decenas de informadores hemos acudido a escuchar su reacción al triunfo de su rival. Los policías impiden el acceso y nos conminan a dispersarnos. Sin embargo, los reporteros iraníes se niegan a irse.
"Musaví va a venir y nosotros vamos a esperarle", aseguran con una convicción que choca contra el hecho de que los móviles de sus asesores están desconectados o no responden. Irán ha vivido en los últimos años una eclosión de medios impresos y digitales cuyas jóvenes plantillas son uno de los principales agentes del movimiento reformista.
Poco a poco, los policías han logrado empujar al grupo hacia la avenida de Mirdamad, pero de alguna forma se ha corrido la voz y en una hora son varios cientos de personas las que esperan la llegada de Musaví. No corean eslóganes, ni oponen resistencia, pero no se van.
"Nos han robado los votos", explica Amir, un joven que trabaja en la empresa de import-export de su padre, pero se ha acercado hasta la sede de Etelaat cuando ha oído que iba a venir su candidato. "Claro que le he apoyado, todos lo hemos hecho. He pasado toda la noche despierto siguiendo los resultados y aún no me lo creo", añade.
Muchos viandantes se paraban por la mañana ante los quioscos buscando una respuesta al aplastante triunfo de Ahmadineyad en los titulares de los periódicos. Pero los diarios iraníes cierran pronto sus ediciones y sólo recogían el éxito de participación. "Hamé umadán" (Todos acudieron), proclamaba a toda página el reformista Etemad.
"Para lo que ha servido", se queja Alí sin ocultar su sospecha de que ha habido pucherazo. "Me puedo creer que gane Ahmadineyad. Sé que tiene sus seguidores. Pero veintitantos millones de votos, de ninguna forma". Como él, muchos otros jóvenes que habían puesto sus esperanzas en el moderado Musaví se sentían profundamente decepcionados.
"El régimen tenía una estupenda oportunidad para evolucionar hacia la democracia, pero ha elegido encaminarse a la dictadura", coinciden varios de los congregados haciendo prueba de una madurez de análisis que contrasta con la juerga de las noches preelectorales. ¿Va a convertirse el entusiasmo en rabia? "Es muy difícil", admiten varios entrevistados. "La policía secreta tiene todo muy controlado, sin servicio de SMS y con las webs reformistas bloqueadas resulta complicado organizarse", explican. Saben que con las manifestaciones prohibidas, la policía ya no va a permanecer impasible cuando vuelvan a corear: "Muerte al dictador". Pero antes de que acabe el día, los conatos de protesta que por la mañana se han visto en el centro de la capital o frente al Ministerio del Interior van extendiéndose a otros puntos de la ciudad y al caer la noche Teherán era un hervidero de rumores preocupantes y agentes antidisturbios.
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