El gen de la codicia
He visto con indignación y estupor la noticia del trabajador que ha perdido un brazo en un accidente laboral y, careciendo de alta en la Seguridad Social, contaba desde el hospital cómo el empresario le había negado asistencia médica y ni siquiera lo reconocía ya como empleado suyo. En este caso, los términos "trabajador" y "empresario" son, claro está, eufemismos.
Seguro que es un caso aislado, pero si estamos en el siglo XXI y vivimos en un país desarrollado, no dejo de darle vueltas a cómo este tipo de comportamiento es peligrosamente consustancial a la naturaleza humana. En una época de increíbles avances en investigación genética, me gustaría sugerir que identificaran con rapidez el gen de la codicia. Quizás entonces, cuando consigamos eliminarlo, podamos afirmar que estamos un poco más cerca de encontrar la raíz de la felicidad.