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AL CIERRE
Columna
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Si ellos son malvados...

No sé si por un defecto de ideas políticas o por un exceso de ideas publicitarias, pero lo cierto es que la campaña socialista para las elecciones europeas difícilmente ha podido ser peor. Me refiero, sobre todo, a esas imágenes de los líderes conservadores con aspecto patibulario sobre un fondo rojo sangre. La primera vez que las vi era de noche y creí que se trataba de propaganda de una película de terror, de esas que antes pertenecían a la serie B. Me costó adivinar que aquellos cinco tipos, alienados estilo jauría, eran quienes en realidad eran. En el vértice siniestro, por ejemplo, Berlusconi -al que por lo visto no podemos sacarnos de encima- me pareció demasiado mórbido, desprovisto de la silueta bufonesca y mendaz que tanto apreciamos. Bush, al que quizá hubiera correspondido el centro del grupo salvaje, estaba demasiado escondido tras el gran farsante italiano como para ser fácilmente reconocible. A Aznar no hacía falta retocarle, como hicieron para que mostrara esa faz que tantos amigos le ha proporcionado. Se hacía difícil asimismo averiguar qué pintaba allí el bueno de Chirac con cara de asesino cuando le correspondía el puesto a Sarkozy, quizá descartado a última hora por su excesivo glamour. Y con respecto al quinto de la cuadrilla, al mellizo polaco, apuesto lo que sea a que ni un uno por mil de los eventuales estaba en condiciones de discernir quién era aquel individuo. De entrada ¿sabían los brillantes directores de la campaña socialista a qué mellizo polaco querían parodiar?

Por si fuera poco, esas mentes privilegiadas del agitprop inundaron las ciudades con banderolas mecidas por el viento desde las que los malvados, también retratados individualmente sobre fondo rojo, asustaban a la humanidad progresista. Paralelamente, las propias propuestas socialistas refulgían por su ausencia. La idea que quería transmitirse era, en definitiva, tan sencilla como primitiva: "si ellos son los malvados, nosotros somos los buenos".

Pero salió el tiro por la culata. Una señora recién nacionalizada y que tenía la ilusión de votar por primera vez me dijo que no había hallado nada parecido a un programa de tal partido. Ni siquiera sabía que las rojas banderolas llenas de patibularios habían sido concebidas para captar votos de izquierda. Habrá que pensar en otros publicitarios. O en otros políticos.

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