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La falta de rehabilitación pone en peligro alquerías protegidas de Valencia

Sara Velert

La alquería del Moro fue declarada Bien de Interés Cultural (BIC) en 2004 y es propiedad del Ayuntamiento de Valencia. Está abandonada, tiene ventanas y puertas tapiadas y los muros manchados de pintadas. La alquería de La Torre no está en mejores condiciones, y la del Pi se cae a pedazos a pesar de estar apuntalada. Estos son algunos de los ejemplos que citó ayer el concejal socialista Juan Soto para alertar de que "el patrimonio arquitectónico rural de Valencia está en peligro". No basta "la protección formal" para preservar los cerca de 300 edificios rurales que están catalogados con algún nivel de protección, sino que es necesario "un plan de recuperación" que permita rehabilitar los inmuebles y darles un uso.

El riesgo de "derrumbe" es patente en muchos edificios rurales de valor arquitectónico, entre los que se incluye un grupo de alquerías que el gobierno local del PP propone declarar Bien de Relevancia Local (BRL) en la revisión del plan general urbano y que están en un mal estado desde hace años.

Soto presentará una moción a la comisión de Cultura para pedir un plan de rehabilitación y una ordenanza de ayudas que facilite a los privados la restauración de los edificios. La degradación de este patrimonio, a juicio del concejal, "es responsabilidad de los gobiernos municipal y autonómico".

"Mientras los socialistas se llenan la boca pidiendo planes, nosotros no dejamos de trabajar en la rehabilitación de alquerías", replicó el concejal de Urbanismo, Jorge Bellver, quien habló de más de 20 edificios recuperados y en uso. Para Bellver, declarar las alquerías BRL supondrá "una garantía más". No ha sido el caso, de momento, de la alquería del Moro, que incluso tiene mayor protección como BIC.

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Sobre la firma

Sara Velert
Redactora de Internacional. Trabaja en EL PAÍS desde 1993, donde ha pasado también por la sección de Última Hora y ha cubierto en Valencia la información municipal, de medio ambiente y tribunales. Es licenciada en Geografía e Historia y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS, de cuya escuela ha sido profesora de redacción.

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