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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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De independientes y dependientes

En EL PAIS del pasado 26 de mayo mi buen compañero y amigo Eduardo Uriarte -además de admirado por su valentía probada y su libertad de pensamiento tanto durante la dictadura franquista como después de ella- escribió un artículo que titulaba El que sabe, sabe, en que aprovechaba las atinadas respuestas del reciente consejero de Sanidad, Rafael Bengoa, en una entrevista anterior para proclamar las excelencias de los tecnócratas independientes del Gobierno frente a los consejeros con carné de partido político. Debo afirmar que, pese a mi admiración por Eduardo (Teo) Uriarte, el artículo me pareció algo sesgado en sus apreciaciones porque la excelencia de un "independiente" en un asunto concreto no debe traducirse, como hace el articulista, en el rechazo de todos los "dependientes".

Un consejero independiente es tan político como un consejero militante
Lo que importa es estar suficientemente preparado y dotado

Lo digo con conocimiento de causa, pues no en vano mi primera aportación al PSE-PSOE fue como concejal independiente en mi pueblo hace casi treinta años. Mi "independencia", entonces, solo estuvo basada en el hecho de que el partido socialista apenas tenía estructura allí, pero debo advertir de que aquella "independencia" apenas duró una legislatura, el tiempo suficiente para que el partido se instalase con mayor fuerza. Y advierto también de que la afiliación me hizo ganar seguridad, solvencia, ideología y conocimientos, además de la ayuda exterior para lograr los objetivos que tanto el partido como yo nos habíamos propuesto.

Ciertamente, como dice Eduardo, los viejos tecnócratas que colaboraron con Franco, procedentes del Opus, nos hicieron pensar que su instinto era reaccionario. Pasado el tiempo, a mí no me queda ninguna duda de que lo eran y, peor aún, tan crueles que fueron capaces de poner sus conocimientos al servicio de un dictador sanguinario. Por eso, no creo que sea pertinente parangonar a aquéllos con los miembros actuales del Gobierno de Patxi López, independientes o dependientes, ni afirmar con contundencia que "a los que hay que mirar con preocupación son a los provenientes de la partitocracia excesiva que padecemos, y no a los buenos profesionales". Porque basta con mirar la historia de los gobiernos vascos de la democracia para nombrar a muchos consejeros honrados, notables y eficientes, de todos los partidos, que no han dejado demasiadas dudas de su entereza y entrega al trabajo. Para no distraer a nadie con futilidades, me permitiré poner algunos ejemplos relacionados con compañeros socialistas. ¿Acaso Freire no fue un innovador y un gran consejero de Sanidad cuando el sistema vasco de salud era sólo una ilusión? ¿Hubiera sido más eficaz el compañero Buesa si no hubiera tenido carné socialista? ¿Qué decir del carácter y la altura política del socialista Jáuregui a pesar, al parecer, de su militancia? ¿Habrá algún "independiente" con la visión política y la perspicacia de Txiki Benegas? ¿Alguien puede reprochar en la conducta de Ramón Rubial visos de que su partidismo socialista estuviera por encima de su amplia visión y vocación democrática?

No nombraré más aunque bien pudiera seguir hasta nombrar al mismo Eduardo Uriarte cuando, como concejal socialista en Bilbao, se las veía y se las deseaba para conseguir que todos los bilbaínos, de todos los barrios, tuviesen su Centro de Distrito o Centro Social, aunque el dinero insuficiente siempre se cruzara en su camino. Porque, amigo Uriarte, entonces como ahora había ideas, inquietudes e ilusiones, pero había, sobre todo, muchas más cosas pendientes de hacer y muchos menos medios: un aparato administrativo débil y presupuestos mucho más endebles.

Rafael Bengoa, el nuevo consejero de Sanidad, ya ha contrastado su capacidad y sus conocimientos porque ha participado en equipos anteriores, aunque fueran vinculados a otra entidad política. Su afirmación a favor de una reforma profunda del sistema sanitario es encomiable, pero es gratuito que el articulista diga que "si fuera un político el que hablase pediría más dinero, y de paso competencias, pues todo político que se precie pide más dinero no para gastarlo bien, sino para tener más poder". No creo que se pueda hacer esa lectura tan simple del comportamiento de los políticos pertenecientes a los partidos. A mí no me cabe ninguna duda, en principio, de que un consejero independiente es tan político como un consejero militante de un partido. Y, además, que la condición de dependencia o independencia de un partido político no define al consejero en sus cualidades, porque sea una u otra su condición, sus acciones y propuestas deberán pasar el cedazo del programa electoral del partido al que pertenece el lehendakari, además de las circunstancias puntuales del momento.

Para corroborar cuanto digo basta con comprobar cuál ha sido la evolución de los personajes "independientes" que han sido llamados a colaborar en el ámbito político en diferentes ocasiones y para cualquier partido político: o han acabado militando en él, o se han convertido en sus eternos colaboradores (siempre con la cédula de "independientes"), lo que les llega a convertir en afiliados eximidos del pago de la cuota anual de militancia. La verdad es que, examinados uno a uno los miembros del Gobierno de Patxi López no veo grandes diferencias entre ellos por el hecho de que haya afiliados y no afiliados.

Y, amigo Eduardo, no hay dudas, los hay buenos y malos, obtusos y preclaros, eficaces e ineficaces, tradicionales e innovadores, valientes y pacatos, listos y tontos. Y todo ello al margen de las militancias partidistas. La partitocracia mal entendida es perniciosa, pero su maldad no va a ser sanada sólo con recurrir a esa "independencia" que casi siempre lo es más en la forma que en el fondo. En muchos lugares -pueblos, regiones, países-, la lucha reaccionaria contra la partitocracia ha generado personajes del tipo de Ruiz-Mateos, Gil y Gil, Berlusconi o los innumerables tránsfugas siempre dispuestos a desestabilizar a partidos y gobiernos en provecho de intereses particulares.

Dices para terminar, amigo Eduardo, que "no por más ertzainas y dinero habrá más seguridad, ni por más dinero se euskaldunizará mejor, ni por más dinero existirá más bienestar para los ciudadanos, si no hay reformas". Y yo te adelanto que es preciso reformar algunas cosas, pero otras sólo precisan dinero y dotaciones de diversos aspectos. Y hay otras cosas que requieren cambios tan profundos que deben iniciarse con el aniquilamiento de lo existente, es decir, que reformar no es suficiente. Para hacer el diagnóstico previo de las situaciones tener el carné de afiliación a un partido o no tenerlo es lo de menos. Lo que importa es estar suficientemente preparado y dotado, y yo te aseguro que conozco socialistas de carné dotadísimos en muy diferentes disciplinas.

Estoy de acuerdo contigo en que "el que sabe, sabe". Sin más.

Josu Montalbán es diputado del PSE por Vizcaya

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