Renacer o resignarse
La tercera fuerza política se ha conjurado para volver a dar imagen de unidad y evitar una nueva fuga de votantes
Cuenta Cayo Lara, coordinador general de IU, que no ha habido acto público en esta campaña en el que, después de los discursos y las arengas, no se le hayan acercado dos o tres personas para decirle: "Había dejado de votaros y ahora volveré a hacerlo". "Con eso me quedo: creo que el esfuerzo realizado en estos meses para recuperar la unidad interna ha llegado a nuestros simpatizantes", afirmaba Lara el pasado viernes después de un acto en Madrid, a unas horas de dar por finiquitada la campaña que puede hacer resucitar a la tercera fuerza política española o hundirla en el desconcierto definitivamente.
Porque si Izquierda Unida -que concurre en coalición con la catalana Iniciativa per Catalunya (ICV)- no revalida al menos los dos escaños logrados hace cinco años -obtuvo entonces 643.000 votos, el 4,1%-, la organización coordinada por Lara tendrá que volver a sentarse en el diván a analizar las causas de un declive electoral que dio la señal de alarma a todo volumen en las generales de 2008. IU obtuvo entonces los peores resultados de su historia: perdió 300.000 votos y tres de sus cinco escaños.
"Si después del esfuerzo volvemos a bajar, ya no entenderemos nada"
Primera campaña sin Rosa Aguilar. "Nadie me pregunta por ella", dice Lara
Un dirigente próximo al coordinador explica así la incertidumbre: "Todas las familias, grupos, sectores o como se nos quiera llamar de IU hemos hecho un esfuerzo sincero en estos meses para aparcar nuestras diferencias y remar en una sola dirección. El batacazo de 2008 nos dejó muy claro que, o nos volcábamos en hacer política o caminábamos hacia la desaparición. Si después de tanto esfuerzo volvemos a bajar en las elecciones europeas, entonces ya no entenderemos qué es lo que pasa, qué hacemos mal. Y habrá que abrir un proceso de reflexión muy profundo".
Miembros de las distintas familias de IU consultados por este periódico coinciden en que un fracaso electoral no pondría en cuestión el liderazgo de Lara, elegido hace sólo seis meses en plena depresión tras las generales. Entre otras cosas porque el pacto al que se llegó para auparlo a él como coordinador consistía en que la dirección sería colegiada, y así es: todas las "sensibilidades internas" tienen cartera, de modo que éxitos y fracasos son asumidos por todos como propios.
También hay un apoyo mayoritario al cabeza de lista, Willy Meyer, que pertenece al núcleo directivo del PCE pero del que propios y extraños valoran su seriedad y el trabajo realizado en sus cinco años de eurodiputado.
Así que lo que se pondría en cuestión en caso de un descalabro electoral no sería el coordinador ni el candidato sino, probablemente, la línea política. La razón de ser de IU. Que es, justamente, lo único que aún no ha querido o no ha sabido tocar.
Ni siquiera el curso conservador de los tiempos, otras veces invocado, sería excusa en una hipotética derrota: la crisis ha puesto más de moda que nunca propuestas clásicas de la izquierda que antes podían caer peor por su supuesto barniz soviético: la nacionalización de los servicios públicos y de la banca, la intervención del Estado en la economía, la condena del beneficio desmesurado... Meyer se ha pasado toda la campaña gritándolo a los cuatro vientos tan tranquilo: nadie le ha acusado de comunista comeniños, visto que hasta el Gobierno de EE UU ha salido al rescate de General Motors.
Y, por último, tampoco influye esta vez la odiada ley electoral: en las europeas no existe el temor al "voto útil", ya que España es circunscripción única: los votos a IU valen lo mismo que al PSOE o al PP o a cualquiera.
Ésta ha sido la primera campaña sin Rosa Aguilar. Un referente de IU que hace mes y medio dejó a muchos con los ojos abiertos -o llenos de lágrimas- cuando decidió fichar por el Gobierno andaluz del socialista José Antonio Griñán. "Nadie me ha preguntado por Rosa en estos 15 días", asegura lacónico Cayo Lara para quitarle importancia.
Pero, por si acaso, la dirección de IU quiso conjurar el fantasma con una fotografía insólita el pasado jueves en Córdoba, ciudad emblemática para IU de la que Aguilar fue alcaldesa hasta su renuncia. Los tres últimos coordinadores de la organización -los aparentemente irreconciliables Julio Anguita y Gaspar Llamazares, y el propio Lara- juntos por primera vez desde ni se recuerda cuánto tiempo. Una imagen de unidad en campaña. Hoy se verá si los votantes han tenido la paciencia de esperar a verla.
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