10 razones para votar
Visto que a la mayoría de los europeos se les ocurren numerosas razones para no votar el próximo domingo, intentaré proponer algunas para ir a votar.
1. Europa es la mejor herramienta para superar la crisis. Saldremos mejor de las dificultades actuales con más Europa y no con la tentación de replegarnos y aprobar medidas proteccionistas que a medio plazo narcoticen nuestra economía. En esta encrucijada podemos optar por volver atrás en la integración económica y financiera o avanzar. Mejorar la coordinación entre Estados y hacer el sistema financiero más transparente y ordenado, por lo tanto, más seguro. El comisario Joaquín Almunia lo resumió muy claramente en las recientes jornadas del Circulo de Economía: "no se puede ser optimista si no se es europeísta".
Europa es una idea en construcción y, por lo tanto, reversible. Lo conseguido no está garantizado. Podemos cargárnoslo.
2. Cuando avanzamos, mejoramos. La moneda única es prueba de ello y un gran elemento integrador. El euro quizá ha subido los precios, pero ha sido un valor de estabilidad fundamental en la esta crisis. Se imaginan, en un escenario sin moneda común, ¿cómo se habría enriquecido George Soros y como se habrían empobrecido nuestros salarios con la devaluación de la peseta?
3. España rozará la irrelevancia internacional si no es capaz de reforzar su alianza europea económica, política y militarmente. La propia Unión corre el riesgo de ser irrelevante en el nuevo mundo que emerge. Los interlocutores comerciales, que serán también políticos a medio plazo, serán China, India, Brasil y la masa crítica la conseguiremos dentro de la Unión y con una alianza fuerte de los socios. Se acabó el mundo como "una mesa pequeña que invita a otros a los postres" como dice Javier Solana.
4. Europa no se contradice con las pequeñas naciones. La muy europea idea de la subsidiariedad -la actuación política cuanto más cerca del cuidadano, mejor- favorece la eficiencia y puede reforzar la identidad.
5. El nuevo Parlamento será el que tenga mayores competencias de la historia de la Unión. También puede ser el que menos apoyo ciudadano recabe si se cumplen las expectativas de no llegar ni al 45% de participación de la última convocatoria.
6. El Parlamento no afecta nuestros bolsillos subiendo impuestos o decidiendo el gasto público, pero toma decisiones sobre universidades, energía, cambio climático, telecomunicaciones... ¿Irrelevante?
7. La crisis económica conlleva un riesgo de exclusión que puede derivar en un aumento del malestar social que se expresará, en parte, en un voto de castigo a los partidos tradicionales. Euroescépticos y xenófobos están ahí para beneficiarse de nuestra angustia y saldrán reforzados. ¿En situación de crisis dejaremos las decisiones sociales en manos de la extrema derecha antieuropea?
8. Los candidatos tienen formación y hablan idiomas, aunque lo disimulen con una campaña simplista orientada en clave doméstica del garrotazo. Poco acostumbrados al control de la gestión política, los ciudadanos debemos saber que los europarlamentarios son evaluados. Con criterios como su asistencia a los plenos y su trabajo a través de preguntas orales, escritas e informes, los votantes pueden consultar la web www./parlorama.eu, donde encontrarán una clasificación de sus representantes. El mejor situado es Raül Romeva (7 de 926), que ha asistido al 83% de los plenos y ha formulado 21 preguntas orales, 381 por escrito y ha realizado 234 propuestas de resolución. Maria Badia es la segunda mejor situada (172 de 926). El antecesor de Ramon Tremosa, el defenestrado Ignasi Guardans, aparece en un nada despreciable puesto 66. Bernat Joan, en cambio, ocupaba el 540 de 996 -en la tabla baja de la clasificación, como dirían los de deportes-. En el medio se mueve Alejo Vidal-Quadras (466/926) con una presencia valorada en 3 sobre 5 y una actividad de 2 sobre 5.
9. Europa es una idea en construcción y, por lo tanto, reversible. Lo conseguido no está garantizado. Podemos cargárnoslo. Es una opción...
10. Si has sido erasmus has conectado con la mejor idea de Europa. La cuestión no es si la beca llega o no llega, si no que 1,7 millones de europeos no tienen fronteras mentales. La cuestión es la oportunidad de hablar idiomas, saber moverse en sociedades distintas y en estándares empresariales y universitarios diferentes, ser consciente que el mundo se acaba, en buena medida, en nuestra frontera mental.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.