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Columna
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Llegaron las siete plagas

El presidente de la Confederación de Empresarios de Málaga, Vicente García, anunció la pasada semana la llegada de las siete plagas de Egipto a la economía malagueña. La primera: el paro golpeará este año a uno de cada tres malagueños (33% de desempleo). La segunda: 2009 cerrará con miles de empresas menos (6.000 desaparecerán). La tercera: se hundirá la economía provincial (el PIB caerá un 1,5%). La cuarta: derrumbe de la construcción (las viviendas visadas bajarán a niveles de 1997). La quinta: habrá todavía más empleo basura (sólo un 0,8% de contratos indefinidos). La sexta: las administraciones no pagan sus deudas con las empresas y algunas tendrán que cerrar (330 millones de euros pendientes). Y la séptima: "todavía no se ha tocado fondo, por lo que nos mostramos pesimistas respecto a la salida de la recesión".

Desde que el presidente de los promotores de Málaga, José Prado, -otro de los integrantes del club de los optimistas antropológicos- anunciara en 2006 la pérdida de 100.000 empleos en el sector de la construcción y el crack del 29 por la decisión de la Junta de intervenir en los asuntos urbanísticos de Marbella o por sacar adelante la Ley de Suelo, nadie en esta provincia nos había acojonado tanto como lo ha hecho ahora este hombre. No es que Vicente García no vislumbre brotes verdes en la economía malagueña, es que piensa que sobre el territorio de la provincia ha pasado Atila y, por lo tanto, o se actúa rápido o aquí no vuelve a crecer la hierba.

O Zapatero empieza pronto el ensayo en Andalucía del nuevo modelo económico o esto se va al garete. No lo digo yo, que de economía entiendo poco, lo dice el presidente de la patronal malagueña. Para ser precisos, lo que realmente dice Vicente García es que esto se va al garete, no que se solucione con el nuevo modelo sostenible de Zapatero, una propuesta que el dirigente empresarial despachó rápido: "Eso de cambiar el modelo económico regalando un ordenador es una estupidez".

Frente al catastrofismo empresarial, la propuesta de Zapatero no tiene desperdicio: se trata de crear las condiciones para que el conocimiento sustituya a "la montaña de cemento", la dependencia energética del petróleo se cambie por la energía eólica y los empleos ligados a la investigación sean "estables" y "con mejor salario". En definitiva, que como el ensayo le salga bien a Zapatero va a poner Andalucía como anunció Guerra que iba a poner España cuando el PSOE ganó las elecciones por goleada en 1982, que no la va a conocer ni la madre que la parió.

No hay color. Puestos a elegir, a ver quién se resiste a este futuro tecnológico y sostenible para Andalucía que nos promete Zapatero y va a apoyar el negro horizonte que nos plantea el presidente de los empresarios. Tampoco pretendo yo que nos creamos a pies juntillas la imparable marcha que ya llevamos recorrida en el nuevo modelo productivo, según el socialista Rafael Velasco: "Andalucía vive un clima de estabilidad política y paz social que ha hecho que la comunidad autónoma haya sido pionera en proyectos de I+D+i, en investigación de células madres, en aplicación de energías renovables o en relación con la agricultura ecológica". Vamos, que si coge un poco más de carrerilla, Velasco termina diciendo que tras la Segunda Modernización en Andalucía atamos los perros, no digo ya con longaniza, sino con fibra óptica.

Entre el tremendismo de la patronal y la llegada de la economía feliz de Zapatero, me quedo con estas declaraciones del presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara: "Algo hay que hacer, llegué al cargo ofreciendo empleo y estoy contando parados". La solución a esta crisis pasa porque cada uno asuma sus errores. Y respecto a la llegada de las siete plagas de Egipto, alguna responsabilidad, digo yo, tendrán también los empresarios. Y no sólo los de Egipto.

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