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Aguas de Valencia alcanza la calma

La compañía inicia una etapa de normalidad tras la valencianización y la OPA

Miquel Alberola

Aguas de Valencia cerró la OPA de exclusión bursátil el pasado 14 de mayo. Era el último capítulo de una de las etapas convulsas que el grupo ha vivido en pocos años. La sociedad mayoritaria, Agval, constituida por el Banco de Valencia y Fomento Urbano, que ahora ya controla el 63,18% de las acciones, se adjudicó en esta operación un 10% de los títulos a los que dirigió la oferta (el 3,96% del capital). Frente a Agval ya solo queda Suez Environnement, con el 33% de las acciones, a la que la sociedad valenciana considera hostil por su presencia en Aguas de Barcelona, su principal competidora.

La multinacional francesa no solo ha perdido el acceso a la información que suponía el control de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). El precio de la acción ha quedado fijado en 150 euros con la exclusión. Suez, que compró los títulos a 208,37, pagó 134,7 millones por lo que ahora vale 97. Con todo, fuentes de la compañía francesa han ratificado su posición de continuar en Aguas de Valencia, siguiendo la norma de "participar en proyectos de largo plazo".

Superado el último capítulo, en el que Suez ve alejarse más la posibilidad de estar representada en el consejo de administración y ser socio tecnológico mediante un partenariado de largo plazo, Agval fija el rumbo de Aguas de Valencia hacia la normalidad. La empresa aspira a ser noticia por su negocio y apunta su futuro hacia los servicios, acentuando su perfil profesional en el ciclo integral del agua, que gestiona en unos 350 municipios de la Comunidad Valenciana, Aragón, Cantabria, Cataluña, Extremadura, Murcia, Navarra o el País Vasco.

Asimismo, Aguas de Valencia ha ampliado su radio de acción hacia la depuración, la construcción de obras hidráulicas, la recogida de residuos sólidos o las telecomunicaciones, como la Red Corporativa de Comunicaciones Móviles Digitales de Emergencia y Seguridad de la Comunidad Valenciana, en la que participa junto a Abertis y el Banco de Valencia.

Fuentes de la empresa han indicado que el futuro pasa por consolidar los mercados que gestiona y abrir nuevos en otras regiones. Para ello, esgrime su valor diferencial en el negocio del diseño, construcción y explotación de estaciones depuradoras de aguas residuales urbanas e industriales (gestiona 265), en la apuesta tecnológica para reforzar el uso racional del agua y su logro en la desnitrificación. El grupo se siente especialmente satisfecho de su trabajo en la desnitrificación, en el que se ha situado como pionero en España al construir en 2005 la primera planta desnitrificadora en Gandia utilizando la electrodiálisis reversible. En la actualidad sigue siendo la única empresa española con experiencia en esta tecnología capaz de solucionar definitivamente la acumulación de nitratos en los acuíferos.

De los grifos a los titulares

Aguas de Valencia sufrió las sacudidas de lo que se denominó la valencianización de la empresa y las terribles consecuencias del tutelaje político. A la pugna accionarial de la salida del Banco Santander Central Hispano, que abrió las puertas a Fomento Urbano y Lubasa, se añadieron los que comportó su fusión con Vainmosa, sociedad privatizada de Egevasa, que convirtió a un alcalde del PP, Aurelio Hernández, en consejero delegado.

La mala gestión de Hernández y la del director general, Francisco Pontes, se saldó con una sanción de la CNMV. Su expulsión se vio envuelta con la pretensión de Eduardo Zaplana, entonces ministro de Trabajo, de colocar a su ex jefe de gabinete Juan Francisco García al frente de la compañía. Zaplana, además, pretendía que el grupo Buygues, propietario del 33% de las acciones a través de Saur, apoyara la creación de un grupo mediático afín al PP. En ese momento, Aguas de Valencia, que había pasado de los grifos a los titulares, entró en las Cortes Valencianas.

La adquisición de Saur en 2005 por el fondo de inversión Pai Partners provocó que los accionistas de referencia de Aguas (Banco de Valencia, Fomento Urbano, Lubasa y Boluda Inversiones), a la defensiva, se agruparan en Agval y lanzaran un OPA por las acciones de la compañía francesa al precio de 90 euros. Suez Environnement se anticipó y adquirió el paquete a 208,37 euros por acción. Con la OPA de exclusión, fijada por la CMNV por la escasa fluctuación de las acciones, el tenso pulso que siguió entre Suez y Agval se ha saldado a favor de la sociedad valenciana, en la que ya solo quedan Fomento Urbano y el Banco de Valencia.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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