Un 'súper' abierto las 24 horas
La actividad en Valdemingómez comienza muy temprano. A las ocho de la mañana los toxicómanos, completamente consumidos, empiezan a barrer los portales de las mansiones de la droga. Son los drogadictos en peor estado físico, conocidos como los esclavos. Trabajan y duermen allí a cambio de su suministro.
Sobre las nueve de la mañana los autobuses escolares abandonan la senda. Ya han recogido a los niños en la parada, en el semicírculo lleno de tiendas de campaña donde pernoctan los yonquis.
Sobre las nueve y media de la mañana el poblado, definitivamente, ya está abierto. El trasiego de coches con gentes de lo más diversa, incluidos ejecutivos con traje y corbata, es constante. Las mujeres con los niños pequeños revoloteando a su alrededor ya están en sus puestos. Las hogueras empiezan a encenderse. Son el símbolo de que la "tienda" está abierta.
Dentro de las casas, en los patios, hay otros hombres que abren las puertas a los clientes y a su vez los derivan hacia otras puertas interiores, donde también les esperan otros individuos.
Todo el trabajo está dividido y especializado. Nada se deja al azar. Así, hasta las cinco de la madrugada, cuando poco a poco se va clausurando por ese día el negocio.