Toros pasados de rosca
La ganadería portuguesa de Palha inaugura esta tarde el último tramo, tradicionalmente torista, de San Isidro 2009. El juego que puedan dar los toros que se van a lidiar en estas corridas postreras está suficientemente contrastado, en cuanto a su trapío y comportamiento y, como siempre, no las van a torear las figuras, excepción hecha de El Cid, que se vuelve a apuntar a la de Victorino Martín, con la que, en líneas generales, tan bien le ha ido. Por desgracia, su iniciativa no encuentra, de momento, eco en otros diestros punteros que se decidan a jugarse su prestigio con estos toros, al menos en Madrid, que en Sevilla sí lo hizo, cómo no, Morante de la Puebla, con el no muy positivo resultado conocido. De otra parte, las ganaderías comerciales que han toreado en la feria los primeros del escalafón se han prestado al habitual escándalo de las protestas y las devoluciones, como casi todos los años. Excepción hecha de dos o tres toros, o se cayeron o embistieron con malas ideas, o ambas cosas a la vez. Una ganadería como la de Fuenteymbro, que ha sabido conformar un toro equilibrado entre casta y comercialidad no ha venido este año a la feria. Tanto da; el año pasado las figuras que hicieron el relativo esfuerzo de lidiar estos toros se vieron casi desbordados por ellos.
En el primer tramo de la feria entraron en juego otras ganaderías, casi todas de encaste Juampedro, de rango medio, que han acusado en su comportamiento características distintas a otros años. Alguna ha salido tan blanda como era de esperar, pero su habitual nobleza a la hora de embestir parece, sin embargo, estar tornándose en genio, violencia y malas ideas. Muchos de esos toros lidiados en la primera parte de la feria echaron la cara arriba y puntearon con violencia los engaños, cuando no fueron buscando claramente el bulto del torero, no sólo por falta de fuerza. El hecho de que la enfermería de Las Ventas fuera, desgraciadamente, más visitada por bastantes toreros más que en anteriores ediciones, no parece ajeno a ello.
El número de toros violentos, con genio y malas ideas, parece haber pillado desprevenidos a sus lidiadores que no contaban, a priori, con tal contingencia. Ello no parece ser consecuencia, ni mucho menos, de la peregrina teoría que achaca al uso de las fundas con que se protege la cornamenta de los astados la culpa de tales males. En algunos aficionados está tomando cuerpo la idea de que gran parte de las ganaderías del encaste Juampedro comienzan a estar afectadas por un gen recesivo. Lo que se llama estar pasadas de bravo o de rosca, como, por desgracia, le estaba ocurriendo ya a algunas ganaderías de encaste Atanasio, como las de Dolores Aguirre, o Puerto de San Lorenzo, ausentes ambas de la feria este año, y en las que también resulta difícil encontrar en este momento un toro que humille y meta la cara como solían hacerlo alguno de sus ejemplares.
Babelia
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