Segundo ensayo nuclear
El segundo ensayo atómico del régimen estalinista norcoreano es una mala noticia para la comunidad internacional. Que esta dictadura posea este tipo de armas para coaccionar e intimidar a sus vecinos y lograr unos propósitos construidos sobre el chantaje más descarado debería hacer recapacitar a las potencias implicadas sobre qué táctica adoptar en este tipo de situaciones.
Está claro que la del palo y la zanahoria ya no sirve, pues Corea del Norte ha demostrado ser un incumplidor nato de los acuerdos adoptados en el marco de su desnuclearización, haciendo de este proceso un paripé en pos de prolongar la anémica importancia internacional de esta caverna fuera de la civilización. La ONU, órgano internacional casi tan exangüe como la propia Corea del Norte en lo que a prevención de la paz se refiere, ha demostrado una ineficacia tan absoluta como cabía suponer en esta maraña internacional de leguleyos y políticos servidores de sus propios cargos.
La mejor solución pasa por comprometernos a garantizar la seguridad de nuestros aliados en la zona, que son Corea del Sur y Japón, y no dejar que todo el peso de la misma recaiga en Estados Unidos para que si algún día, y ojalá no suceda nunca, estalla el conflicto en la zona, no ocurra lo que en Afganistán e Irak.
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