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Reportaje:

Un ayuntamiento en el diván

Los ex concejales y ex alcaldes de Barcelona pasan revista a 30 años de democracia

Miquel Noguer

Pasqual Maragall y Josep Maria Cullell han compartido algo más que largos años de rivalidades para mantener la alcaldía de Barcelona el primero y para acceder a ella el segundo. Los dos tuvieron responsabilidades en el área de finanzas del Ayuntamiento. Y los dos tuvieron que ir a Madrid en los primeros años de la democracia a buscar "el cheque". Este talón era nada más y nada menos que papel que permitía pagar las nóminas y mantener una precaria paz social entre los funcionarios tras la larga agonía franquista que dejó vacías las arcas del Ayuntamiento.

El ex alcalde socialista y su eterno rival nacionalista recordaron ayer aquellos episodios en un acto de conmemoración de los 30 años de ayuntamientos democráticos presidido por Jordi Hereu. Cullell reconoció que una vez extravió el cheque. Fue en el Congreso de los Diputados y el vale ascendía a la astronómica cifra de 1.000 millones de pesetas (seis millones de euros). "Lo recordaré siempre: todos los diputados de Minoría Catalana arrastrándose a cuatro patas buscando el cheque debajo de los escaños". Lo encontraron, los funcionarios cobraron y el episodio, convertido ya en anécdota por el paso del tiempo, permitió ayer que se rieran a gusto buena parte de los concejales que han pasado por el Ayuntamiento de Barcelona en los 30 años de democracia.

Convocados por la asociación de ex concejales Consell de Cent, los ex alcaldes de la ciudad, ediles ya jubilados y funcionarios históricos del ayuntamiento se homenajearon a cuenta de recordar aquel 1979, que pudo ser muy vibrante, pero difícilmente envidiable desde la perspectiva actual. "El paro alcanzaba el 18%, la inflación superaba el 20%... el Ayuntamiento estaba literalmente en fallida", recordó la ex concejal Carme San Miguel. "Teníamos cada día cuatro o cinco manifestaciones delante del ayuntamiento, casi teníamos que ordenarlas para que cupiesen", dijo el ex concejal Lluís Reverter rememorando las protestas de maestros, barrenderos y conductores de autobuses que tantas canas hicieron aparecer en los gestores municipales.

Fue la de ayer una suerte de catarsis colectiva, aunque con poca autocrítica. Hubo confesiones, como la de Cullell y el ex dirigente de UCD, Carlos Güell, que reconoció abiertamente que una vez tuvo que dar un mitin en Sants ante sólo 12 personas en un auditorio con aforo para 350. "Estoy casi seguro de que los 12 me votaron", dijo entre carcajadas. También hubo algún que otro reproche. "No me gustó que el primer gobierno municipal se autodenominara 'Pacte del Progrés", dijo Güell. "Yo creía que también había hecho mucho por el progreso de la gente, había participado en empresas, había dirigido consejos de administración...".

Pasqual Maragall dijo que el actual gobierno "lo está haciendo bien". Pero como es habitual en él no renunció a ponerles deberes. "Hay que restituir la encuesta de victimización, tenemos que saber qué pasa realmente en la ciudad, qué le ocurre a la gente".

Narcís Serra, primer alcalde elegido democráticamente, utilizó un tono más grave para certificar que Barcelona ha avanzado más en 30 años de democracia que en toda su historia. "El maridaje entre Barcelona y democracia ha sido un buen negocio". Al alcalde Hereu le tocó la parte más institucional. Pese a los problemas que genera la crisis económica actual, dijo envidiar muy poco del pasado. "Ya no tenemos que ir a buscar cheques".

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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