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El legado de Bush

Cheney dice que el 11-S justifica la política antiterrorista de Bush

El ex vicepresidente critica el plan de cierre de Guantánamo

Yolanda Monge

Como un ciudadano más, sin elecciones que ganar o perder, sin tener que buscar o deber favores, "más libre que nunca", el ex vicepresidente de Estados Unidos Dick Cheney defendió ayer la política antiterrorista diseñada por la Administración de George W. Bush y justificó los métodos de interrogatorio utilizados contra los sospechosos de terrorismo ya que, según él, fueron la llave para obtener información vital en la lucha contra Al Qaeda. Cheney aseguró que esa política se justifica por los atentados del 11-S, que obligaron a modificar la estrategia de seguridad.

Cheney retrasó el comienzo de su disertación en el Instituto de Empresa Estadounidense en Washington hasta que el presidente Barack Obama concluyó la suya sobre seguridad nacional. El duelo de discursos fue sin duda alguna el choque verbal más directo entre dos formas de entender las políticas antiterroristas. Desafiando a Obama, el ex vicepresidente dijo que las decisiones tomadas por el Gobierno de George W. Bush mantuvieron a EE UU "seguro" y fueron ejecutadas con la determinación de que el 11-S no fuese el preludio de "algo mucho peor". En la lucha contra el terror, dijo Cheney, no hay término medio: "Medidas a medias, protegen a medias".

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Tácticas "legales"

Tras definir las tácticas de interrogatorio como "legales, esenciales, justificadas y exitosas" —y consideradas tortura por la Administración Obama—, Dick Cheney insistió en que produjeron resultados —que el pueblo estadounidense debía conocer— en la misma medida que despertaron un debate "artificial y de falsa moral" por parte de la oposición.

"Mucho se ha hablado del waterboarding [ahogamiento simu-lado]. Pues bien, sólo se aplicó a tres terroristas", informó Cheney, que no perdió la oportunidad de atacar a aquellos políticos —en concreto la demócrata Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes— que ahora dicen no saber nada de lo que estaba ocurriendo cuando en realidad, según él, estaban informados de los programas y métodos que se aplicaban en nombre de la seguridad nacional.

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En cuanto al cierre de Guantánamo anunciado por Obama —en opinión de Cheney una decisión tomada sin casi discusión y ningún plan—, el ex vicepresidente consideró que trasladar a "los peores terroristas" a territorio estadounidense supondría un "gran peligro". "La Administración actual descubrió que era muy fácil ser aplaudida en Europa por el cierre de Guantánamo", declaró Cheney. "Pero es difícil encontrar una alternativa que sirva al interés de la justicia y a la seguridad de EE UU", manifestó.

Eso sí, quiso dejar claro Cheney que cuando Obama "toma decisiones sabias" —no publicar las fotos de los abusos a prisioneros o reforzar el frente afgano— tiene todo su apoyo. Pero que cuando "malinterpreta o desvirtúa" las decisiones sobre seguridad dictadas en la era Bush, el presidente merece una respuesta. "Apoyé aquellas medidas entonces y sin duda, en las mismas circunstancias, volvería a hacerlo", confesó Cheney, que explicó que el 11-S no hizo de él "un hombre diferente", pero que haber vivido aquellos momentos en un búnker bajo la Casa Blanca fue determinante a la hora de saber qué debía de hacer: trabajar en el "lado oscuro" para proteger a América. En sus propias palabras.

Dick Cheney, en el Instituto de Empresa Estadounidense.
Dick Cheney, en el Instituto de Empresa Estadounidense.REUTERS

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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