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12ª corrida de la Feria de San Isidro | la lidia

Las dos caras de Julián López

Una, la vida de un niño prodigio modelado para ser fenómeno de masas; el hombre de cifras inalcanzables para los compañeros de escalafón; el torero que llega al gran público, que fulmina estadísticas, que despierta interés en todos los escenarios del mundo taurino, que controla incansablemente cualquier ápice de popularidad, que se ha mantenido firme en el trasiego de modas, pero a quien le falta la rotundidad que sólo le puede dar la plaza de Madrid, y que hasta ahora no ha revalidado.

La otra, es que El Juli lo quiere todo. Por supuesto, ambiciona el reconocimiento de la afición más exigente; compite con las primeras figuras sin matices, "de tú a tú", dice; apuesta por el esfuerzo y el aprendizaje, y con este atrevimiento quiere ofrecer esta nueva faceta. Todo depende de él. Que convenza o no, es cosa suya.

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Un estilista 'pinchaúvas'

Así lo explica Julián López: "Después de todos los éxitos obtenidos, lo que me motiva es la evolución de mi toreo, darle hondura y profundidad. Además, el perfeccionamiento de la técnica pasa por conocer más al toro". Define esta plaza "como exigente, difícil para mantener la regularidad, donde la suerte cuenta mucho", y presume de "dar la cara siempre". Afirma el diestro que no ha bajado su caché para torear este año en Madrid: "Quien quiera contratarme que lo haga. No hay más".

Esta tarde tiene otra oportunidad en la cátedra del toreo. Las Ventas es casi un castillo inexpugnable para este joven y experto triunfador -después de 10 años de alternativa-, aunque él no lo ve así. Solamente ha cruzado una vez la puerta grande como matador de toros (2007) y otra como novillero, a pesar de su intervención en todas las ediciones de la Feria de San Isidro. Quizá la contrariedad más grande fue cuando se encerró con seis toros en la corrida de la Asociación de la Prensa hace seis años, y únicamente pudo cortar una oreja.

Parece que han pasado siglos desde que se oyó hablar de aquel chaval que toreaba en México, que iba a revolucionar el toreo. Son 15 años bien aprovechados y controlados por los profesionales que han dirigido su carrera, desde un gabinete de prensa en exclusiva hasta la puesta en marcha de una fundación con carácter benéfico.

Los datos como matador de toros que aporta su página web son más que contundentes: 1.100 corridas, 1.722 orejas, 65 rabos y 2.337 toros estoqueados, 570 salidas a hombros y ha apadrinado a 19 toreros.

Se ha casado recientemente, emparentando con la familia Domecq. Tiene una ganadería en su finca extremeña de El Freixo, y dirige la Escuela de Tauromaquia de Arganda del Rey (Madrid). Todo con sólo 26 años. Siempre muy deprisa. Ahora le toca cerrar el círculo.

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