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Reportaje:

12 condones y un yogur de fresa

La ONG Médicos del Mundo asistió en el primer trimestre a 400 prostitutas

Son las 11 de la noche de un martes cualquiera. Primera parada: la zona portuaria de Valencia. Se abren las puertas del autobús y, en medio de un griterío y en un idioma incomprensible, cinco chicas, todas negras y ninguna mayor de 25 años, suben. Saludan a Judith y Judith les pregunta, una a una y llamándolas por su nombre, qué tal están. Todas sacan de sus bolsos, o de las bolsas de plástico usadas de supermercado que acarrean toda la noche, una tarjeta azul de cartón, su identificación. "Hoy no tenemos café, pero os hemos traído yogures de fresa. ¿Queréis preservativos? ¿Lubri? ¿Alguna quiere hacerse la citología?".

Desde hace 17 años, la ONG Médicos del Mundo conduce un bus un tanto especial aunque aparentemente sea uno más de los de la EMT. Es el Bus Solidari, una unidad móvil de asistencia sanitaria que dos días a la semana, y durante más o menos 3 horas, recorre las zonas de la ciudad donde se ejerce la prostitución y los clubes de alterne de baja categoría. En 2008 atendieron a 900 personas; solo en el primer trimestre de 2009 se han subido ya 400, lo que equivale a un 44% más. "La situación económica está haciendo que las chicas se arrojen a la calle. Hay muchas que lo dejaron y han tenido que volver", afirma Judith Mestres, la educadora social que conduce el bus desde hace tres años.

"Es un riesgo estar aquí por los 10 euros que gano por servicio", dice Joy
"Damos asistencia, pero no somos paternalistas", afirma el médico

La unidad móvil no tiene asientos, sino que está dividida en tres: la recepción, en la parte central, donde los voluntarios les reparten las bolsitas con 12 condones y el café o lo que les hayan dado ese día en el banco de alimentos; justo detrás del asiento del conductor se ha habilitado el espacio sanitario para hacer, todos los martes, citologías o análisis; y en la parte trasera está la zona de atención, donde además de impartir charlas sobre educación sexual, las chicas se sientan para descansar, hablar, o tomarse con calma el yogur que les acaban de dar.

"Damos asistencia, pero no somos paternalistas", explica Rafa Sotoca, voluntario y médico de urgencias. Según Sotoca, además del servicio sanitario, -cada 15 días tienen listos los resultados de las pruebas que les han hecho y pasan a entregárselas-, lo mejor que les dan a sus usuarias es "dignidad". "No son conscientes de la situación de explotación en la que viven", explica Sotoca sentado junto al potro en el que hace las exploraciones. Minutos más tarde, una chica subirá a la unidad. Tiene una cicatriz en la cara. Cuenta que la apedrearon hace dos semanas. Y un poco después, otra joven. En su mano, una foto con el ojo ensangrentado.

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La crisis económica también tiene sus efectos en estas chicas. Desde hace unos meses, Médicos del Mundo ha detectado un aumento de mujeres del África subsahariana (sólo un 10% son hombres) en su autobús solidario. Joy, nigeriana de 22 años, espera para acceder al mismo en la parada de Pinedo. Con maquillaje llamativo, vestida apenas con un culote que poco le cubre y calentándose en la hoguera que ha encendido, cuenta que llegó a Zaragoza hace un año, y de ahí intentó probar suerte en Valencia. "Es un riesgo estar aquí por los 10 euros que gano por servicio, pero si estuviera en un club tendría que pagar habitación", cuenta al bajar del bús.

Larys es también de Nigeria, 19 años. Sale de la exploración y pregunta en varios idiomas a la periodista "¿Me puedes decir por qué hay tanta crisis?". "Vine a España a trabajar y me vuelvo con los bolsillos empty (vacíos), aunque ellos son buenos", dice señalando a los voluntarios. Se cambia de ropa en el bus, también viste un culote con encajes, se quita la red que sujeta sus rastas y se despide hasta la semana que viene. "Ciao chicos ¡Y gracias!".

Prostitutas nigerianas atendidas en el autobús de la ONG Médicos del Mundo en el extrarradio de Valencia.
Prostitutas nigerianas atendidas en el autobús de la ONG Médicos del Mundo en el extrarradio de Valencia.JORDI VICENT

La triple discriminación de la calle

Son mujeres, inmigrantes y prostitutas. Esta triple discriminación convierte al 6% de las mujeres que practican la prostitución en la calle en el colectivo más vulnerable.

Según el estudio La prostitución femenina en la Comunidad Valenciana, publicado en diciembre de 2008 y elaborado por la Universitat de València, la Universidad de Alicante, la Miguel Hernández y la fundación Isonomía de la Universitat Jaume I de Castellón, en la Comunidad Valenciana la prostitución mueve más de 230 millones de euros, de los que 3,7 millones provienen de los servicios de la calle y alrededor de 220 de los clubes y pisos privados.

De las mujeres que ejercen la prostitución, el 80% son inmigrantes, un 89% trabaja en clubes y pisos y el 6,6% en la carretera.

"Las chicas de la calle están mucho más desprotegidas y el nivel de educación sexual que tienen es mínimo", explica Judith Mestres, trabajadora de la ONG Médicos del Mundo. "Intentamos que tengan conciencia de sus problemas, por lo que les inculcamos que son ellas las responsables de su cuerpo, de su salud y de lo que les pueda pasar", añade Mestres.

Uno de los principales motivos por los que esta ONG solo tiene un 10% de usuarios varones es porque estos voluntarios centran sus actuaciones en los más desvalidos. "Ellos se prostituyen más en pisos, aunque en Valencia también tenemos zonas localizadas donde están los chicos y los transexuales", afirma la organización.

Tal y como muestra el estudio, las zonas de la ciudad de Valencia donde más se ejerce son: Campanar, Barón de Cárcer, el centro histórico, la rotonda de El Saler, el Camino de las Moreras-Pinedo, Las Arenas y la avenida de Neptuno y la Malva-rosa.

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