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AL CIERRE
Columna
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Crisis y arquitectura

La crisis inmobiliaria, financiera y productiva se acusa en todos los ámbitos, y la arquitectura catalana no es una excepción: los encargos privados han bajado en picado y una parte de la obra pública se ralentiza a la espera de que escampen las nubes de la incertidumbre. Muchos despachos están reduciendo su plantilla, cuando no cerrando; una reducción que ya amenaza a las escuelas privadas de arquitectura y que ya ha afectado al Colegio de Arquitectos de Cataluña, que ha sido tan poco previsor ante los avisos recibidos desde 2004 sobre la explosión de la burbuja inmobiliaria.

Sin embargo, que haya crisis no significa que no hagan falta arquitectura y urbanismo. Hacen falta más que nunca: viviendas asequibles y nuevos barrios ecológicos; reparaciones, rehabilitaciones y reformas; equipamientos de proximidad y espacios públicos. Ante la crisis, cada saber y profesión debería aprovechar para reestructurarse y no para estar suspirando por que vuelva el capitalismo del pelotazo.

Porque no se trata de que salgan indemnes las grandes obras, como el trazado de AVE, y los grandes embolados, como el anunciado Instituto de Arquitectura de Barcelona, de promoción privada; ni de que reciban la peor parte, como siempre, los sectores más débiles de la sociedad y se escatime en obras de apoyo social, en equipamientos educativos, en intervenciones para rehacer el patrimonio o en la implementación de medidas hacia la sostenibilidad.

Lo que se necesita es buena arquitectura para la gente, promover iniciativas y experimentos entre los jóvenes proyectistas y diseñadores. Se buscan arquitectos con visión política y crítica. Faltan técnicos para los movimientos sociales urbanos. Los arquitectos han ido perdiendo relación con la realidad y peso dentro de la sociedad, convertidos en servidores del poder. Es de esperar que la crisis sea ocasión para replantear la profesión, que se reinterprete su compromiso con la sociedad, se propongan nuevas éticas, más ecológicas y participativas, y se vuelva a valorar la cultura crítica.

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