Hereu quiere alejar las celebraciones del Barça de Canaletes
La fiesta azulgrana por el logro de la Liga se salda con 63 detenidos
El alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, adelantó ayer que el Ayuntamiento quiere trasladar las celebraciones de los títulos del Barça (el equipo juega el día 27 la final de la Champions) a una ubicación distinta de la tradicional: la fuente de Canaletes. No concretó más sobre una decisión que deberá tomar el Consistorio en colaboración con las fuerzas de seguridad y cuyo objetivo es evitar los incidentes que registra el centro de Barcelona cada vez que se celebra un título. La madrugada del domingo no fue una excepción.
Se preveía que la fiesta acabaría mal. La única incógnita era la hora y el lugar. En los últimos 15 días, las cuatro fiestas en Canaletes han sido sinónimo de bulla entre una minoría de aficionados y los Mossos d'Esquadra. La noche del sábado al domingo se saldó con 63 detenidos, cuatro de ellos menores, y medio centenar de contusionados.
La mayoría de los arrestados lo fueron por destrozar mobiliario urbano
La noche se cerró con 51 contusionados, 15 de ellos policías
La película de los hechos siempre es la misma. Miles de personas celebran festivamente el título. En muchos casos familias enteras con niños vestidos del Barça de pies a cabeza, gritando, saltando, bailando y haciendo ondear banderas en Canaletes y la plaza de Catalunya. Y mientras, una minoría se desplaza hasta el cordón de seguridad instalado en la calle de Pelai para azuzar a los Mossos.
Los disturbios se iniciaron sobre las tres de la madrugada y siguieron el mismo patrón que en la celebración de la Copa del Rey. Los Mossos d'Esquadra se han convertido, a su pesar, en parte del ritual de celebración de algunos aficionados. Esta vez, los que buscaron la provocación y el choque directo fueron apenas un centenar de jóvenes, algunos excitados por el alcohol. Arrojaron toda clase de objetos contra la barrera policial. Los Mossos esperaron acontecimientos en el tramo inicial de la calle de Pelai, de nuevo escogida como "zona de seguridad".
Unos y otros sabían, en el fondo, lo que iba a ocurrir. Los aficionados más radicales -todos muy jóvenes y algunos incluso menores de edad- lanzaron bengalas y arrojaron botellas y latas contra la línea policial. El vehículo especial de los Mossos se puso en marcha y emitió por megafonía el mismo mensaje de la fiesta de la Copa del Rey: si los violentos no deponen su actitud, la policía tendrá que intervenir. Mientras tanto, agentes de paisano (con una discreta pero extensa presencia en las celebraciones azulgrana) practicaron las primeras detenciones en la Rambla de Canaletes. La mayoría de los arrestos en ese primer momento se practicaron por causar daños en el mobiliario urbano.
El "lanzamiento masivo" de objetos (entre ellos, una bicicleta del Bicing, que se ha convertido en un objetivo preferente de los vándalos en el centro de la ciudad) obligó a los agentes a abandonar la posición tras la barrera. La Brigada Móvil usó el poder disuasorio de las pelotas de goma para dispersar la concentración humana en poco más de media hora. Los responsables policiales consideran que el resultado, desde el punto de vista del número de intervenciones, fue positivo: los Mossos y la Guardia Urbana detuvieron a 65 personas, cuatro de ellas menores de edad. Están acusadas de daños, desórdenes públicos y atentado contra la autoridad.
Interior justificó las cargas policiales aduciendo que se efectuaron para "garantizar la integridad" física de los agentes de paisano y del resto de los ciudadanos. Algunos de ellos, ajenos a las protestas, se vieron envueltos en el fuego cruzado. Al final de la noche, el Servicio de Emergencias Médicas había atendido a 51 personas (15 policías entre ellas). Aunque el objetivo anunciado por el consejero de Interior, Joan Saura, era evitar cualquier incidente, lo que no se consiguió, sí es cierto que el recuento de daños resulta menos traumático que otras veces. Los comercios se libraron, en su mayoría, de los actos vandálicos. Aun así, mantienen su reivindicación: es mejor llevar la celebración a otra parte de la ciudad. El presidente de la Generalitat, José Montilla, lamentó ayer que una "exigua minoría" pueda aguar una celebración ciudadana en torno a la victoria del Barça, a cuyos jugadores pidió que vuelvan de Roma el día 27 con la Champions.
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