Murcia se sitúa en el mapa
Festivales, bienales y centros de arte transforman culturalmente la comunidad autónoma
Quizá últimamente haya sabido de cierta exposición de fotografía única que no se podía perder o le haya merecido la pena desplazarse a cierto festival con un cartel apabullante. La localización de éstos y otros eventos culturales quizá se haya hecho preguntarse ¿qué pasa en Murcia?
Decir que la región se está desperezando se queda corto. En los últimos dos años parecen materializarse una por una todas las ambiciones culturales de la periferia -como concepto-. Murcia será, con Cataluña, una de las primeras comunidades autónoma que participe en la Bienal de Venecia, acogerá el festival internacional de arte contemporáneo Manifesta el año que viene y, también en 2010, tendrá la segunda edición de su propia bienal: Dominó Caníbal. La primera se llamó Proyecto Arte Contemporáneo (PAC) y conectó prácticamente todos los espacios culturales de la ciudad: el Centro Párraga de Artes Escénicas, el espacio AV, la iglesia de las Verónicas o la Filmoteca Regional.
Esta edición de Dominó Caníbal, comisariada por Cuautémoc Medina, se concentrará durante todo un año en la iglesia de las Verónicas, donde cada artista intervendrá en la obra del que haya expuesto anteriormente.
El último producto de este empeño feroz -con serios visos de ser efectivo- por parte de la Consejería de Cultura por introducir a Murcia en el panorama cultural es la apertura del centro de arte contemporáneo La Conservera. En este punto, la ambición se extiende hasta la periferia de la periferia: al edificio de la antigua conservera del pueblo de Ceutí que se abre hoy al público con cuatro exposiciones de Banks Violette, Manu Arregui, Bjorn Dahlem y Loris Gréaud.
Es cómico ver al artista Banks Violette rodeado de periodistas y fans fumando en el descampado donde está situado el centro de arte contemporáneo. Tatuado hasta las orejas, lánguido, sofisticado, el paradigma de artista neoyorquino torrándose bajo el mismo sol al que madura la huerta murciana. Le acompaña el responsable de todo esto: el consejero de cultura Pedro Alberto Cruz, que se revuelve ante la idea de que La Conservera se convierta en una catedral en el desierto: "Si la gente coge el coche para ir a un multicine o un centro comercial, vendrá aquí".
Cruz es historiador del arte y librepensador. A su llegada a la Consejería, hace dos años, aumentó el presupuesto destinado al área de cultura en un 17%, por cierto, muy bien aprovechado hasta ahora.
Lo cual no le salva de alguna crítica por no ceder a las cuotas de artistas locales. Él se hace cargo: "no vamos a generar contenidos por compasión sólo porque lleven la etiqueta de producto local. Estamos para dar calidad". Siempre habla en plural, de él y su equipo "de filósofos, como en la utopía platónica".
Para La Conservera ha escogido una estructura dividida en cuatro salas y en cada una expondrán artistas con inquietudes similares. La gestión plantea dudas. De momento, la programación la lleva una empresa privada de asesoría a coleccionistas, ABV Arte. Cruz apostó por ellos por su experiencia y sus contactos internacionales. Pablo del Val, que está al frente de ABV Arte, defiende que no hay conflicto de intereses porque su proyecto en el centro y las colecciones de sus clientes tienen perfiles muy distintos. Cruz tiene un proyecto propio y quiere modelos nuevos: "No quiero importar fórmulas superamortizadas en otros sitios".
El consejero está hecho a las críticas. Fue el responsable de la campaña de promoción turística No typical, en la que un falso experto en estereotipos concluía ante los medios que Murcia carecía de tópico regional. La ironía despertó las iras de ciertos ambientes que la tomaron por verdadera. Cruz defiende el chiste como inteligente y positivista: "No estar sujeto a ningún estereotipo conlleva que hay muchos valores potenciales". La potencialidad se concretó. Al final, la broma iba en serio.
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