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Columna
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En capilla

Crisis. Nunca desde la recuperación de la autonomía política de los valencianos la presidencia de la Generalitat había atravesado una crisis política tan profunda como la actual. Francisco Camps ya está en la historia. No, desde luego, como a él le hubiera gustado. El presidente de la Generalitat siempre se ha mirado en el espejo de los grandes o pequeños personajes de la mitología histórica valenciana. Tanto daba Jaime I como El Cid o El Palleter. Pero ni en sus peores pesadillas se veía a si mismo como el primer jefe del gobierno valenciano imputado por un presunto delito de cohecho. Lamentablemente para él y para los valencianos, lo está. Una imputación que le tiene bloqueado mental y políticamente en medio de la mayor crisis económica conocida. Según qué cosas no pueden aguardar a que el presidente salga del estado letárgico en que se encuentra. Está por ver que Camps pueda soportar el "ratito largo" que tiene por delante; pero la sociedad no puede esperar a que el presidente se recupere para liderar la salida de la crisis económica en lo que a él le compete.

- Homenajes. Ignoro si los populares son conscientes de que cada acto de adhesión inquebrantable que le organizan al presidente les acercan más hacia un modelo de estado totalitario y les alejan de la realidad. Formados, algunos, en la sociología del franquismo y, otros, en el marxismo-leninismo, creen que no hay más verdad que la que se proyecta en el NO-DO en que han convertido a Canal 9 o en actos de masas elitistas a los que acude la "nomenklatura" porque qué remedio le queda. El esperpento organizado para mañana -víspera de la comparecencia del presidente ante el magistrado José Flors- en el Palau de la Generalitat para celebrar el Pacto Local por la Inmigración es la puesta en escena de ambas ideologías totalitarias con un agravante: Presionar al magistrado con semejante despliegue, confrontado el poder político con el judicial.

- Judicialización. No deja de ser una paradoja que Marta Torrado, vicesecretaria de comunicación del PP, acuse a los socialistas de querer judicializar la vida política para obtener en los tribunales lo que se les niega en las urnas, cuando quien ha elegido el juzgado para explicarse es el presidente de la Generalitat. Francisco Camps se ha negado a dar ningún tipo de explicaciones a los ciudadanos valencianos bien dirigiéndose directamente a ellos a través de una comparecencia ante los medios de comunicación o a través de sus representantes en las Cortes Valencianas. Nada de nada ha dicho para despejar las incertidumbres que pesan sobre su persona tras conocerse detalles del sumario del caso Gürtel. Y, digámoslo, cabe esperar de quienes asesoran al presidente que su línea de defensa no consista en desviar la atención hacia Álvaro Pérez, El Bigotes, diciendo que le entregaron dinero en efectivo para pagar los trajes y que éste destruyó o extravió las facturas. Que no nos tomen por imbéciles. Por favor.

- Futuro. Puesto que "el ratito" puede ser más largo de lo que algunos imaginan, es exigible al presidente que tras las europeas -que el PP volverá a ganar con suficiencia en la Comunidad Valenciana- realice una crisis en profundidad en el Consell, se deshaga de consejeros que objetivamente son un lastre y forme un gobierno que asuma sus responsabilidades, gobierne y que utilice el victimismo en su justa medida y no como única política. El actual, en buena medida, no le sirve para nada, como se evidencia en el via crucis por el que transita.

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