Los significados del Gobierno de Patxi López
La formación del nuevo Gobierno presidido por Patxi López tiene un primer significado innegable: la rectificación de la política socialista respecto al futuro político del País Vasco. Durante muchos años ha primado en el socialismo español la idea de que Euskadi era un territorio reservado al Gobierno nacionalista. Una visión que ha hecho crisis en el propio País Vasco, pero es un mérito indudable de la actual dirección del socialismo español haberlo sabido reconocer y no poner obstáculos al proyecto de un Gobierno socialista en Vitoria con apoyo parlamentario del Partido Popular.
En vísperas de las elecciones, todavía eran muy numerosas las voces entre sectores de la progresía madrileña, a los que alguien describió en su momento como el Madrikako Ezkerra, que abogaban por el entendimiento con los nacionalistas a la hora de formar el nuevo Gobierno. Incluso en el propio PSOE esas voces se hacían sentir con alguna intensidad.
La dirección socialista ha interpretado adecuadamente el cambio de opinión en el País Vasco
La decisión de dejar la solución del problema en manos de los socialistas vascos, quizá favorecida por la pérdida del poder en Galicia, es una decisión que honra a la actual dirección socialista española, que ha sabido así interpretar adecuadamente el cambio de opinión en el País Vasco.
Que la alianza que el PSC sostiene en Cataluña con Esquerra Republicana de Catalunya no pudiera tener su réplica en la alianza del PSE con el PP en Euskadi resultaba un contrasentido que ha sabido entender adecuadamente el presidente Rodríguez Zapatero.
El segundo significado del nuevo Gobierno vasco sería la vuelta a un estadio de la autonomía vasca bien encajada en el conjunto del sistema político español.
Precisamente en estos días ha aparecido un importante libro colectivo dirigido por L. Castells y A. Cajal en el que un destacado grupo de historiadores vascos ha hecho balance del desarrollo de la autonomía vasca en España de 1808 a 2008.
Este libro pone de manifiesto cómo esa autonomía se consiguió desarrollar en un clima de colaboración y de convivencia a lo largo de la mayor parte de esos dos siglos.
La existencia de un clima de dobles lealtades, de patriotismo vasco y español, la vigencia de un complejo pluralismo no solamente ligado a unas identidades territoriales, la capacidad de negociación y compromiso entre las élites políticas vascas y el poder central puesta de manifiesto en coyunturas políticas no siempre fáciles (acomodo de las posiciones foralistas con el moderantismo en la primera mitad del siglo XIX, reconstrucción de un nuevo orden autonómico al calor de los Conciertos Económicos en la Restauración, complicado levantamiento del orden estatutario en la II República) permiten concluir a los autores que cabe dibujar una vida política vasca alejada de una visión agónica y conflictiva a lo largo de estos dos últimos siglos. Una vida política en la que los vascos han sabido gestionar razonablemente bien su vida pública dentro del orden liberal-democrático español.
Es la oportunidad para reconstruir este encaje cómodo del País Vasco en España la que se abre con el nuevo Gobierno de Patxi López.
Desde la Transición, el nacionalismo vasco ha impuesto un modelo de relaciones con el resto de España en el que han primado los aspectos conflictivos: una lógica confederal, la negación de las dobles lealtades, la ausencia de una colaboración amable con el conjunto del país.
Todo esto es lo que va a cambiar con el nuevo Gobierno en Vitoria. Un cambio que puede concluir en la vuelta a unas pautas tradicionales de desarrollo de la autonomía vasca en la vida española.
Hay motivos para pensar que este cambio puede tener un carácter duradero. Si el PNV pretende aspirar con éxito a ganar unas futuras elecciones, sabe que tendrá que hacerlo poniendo énfasis en su vocación autonomista.
La política soberanista puede servir para ganar las elecciones a la directiva de un batzoki, pero es mucho menos eficaz para ganar unas legislativas vascas. El soberanismo tiene para el PNV el riesgo adicional de la existencia de una competencia política en la forma de un nacionalismo abertzale que puede resurgir en el País Vasco a favor del fin de la presión terrorista.
Hay motivos, pues, para pensar que el nuevo trato autonómico que va a introducir Patxi López puede ser el nuevo modelo capaz de recuperar las pautas históricas de la relación entre el País Vasco y España. Circunstancia suficiente para dar reconocimiento a la extendida ilusión que hoy acompaña a la formación del nuevo Gobierno en Vitoria.
Andrés de Blas Guerrero es catedrático de Teoría del Estado en la UNED.
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