Ibarretxe o el futuro del PNV
En aquel frío enero de 1987, un año después de recuperar la dirección del PNV, ante aquella asamblea nacional de cargos y afiliados desnortados por la reciente derrota electoral ante el PSE y la escisión de los seguidores de Carlos Garaikoetxea (Eusko Alkartasuna), Xabier Arzalluz recuperó a Giulio Andreotti para despejar el futuro de su partido: Gobernar desgasta, pero no sabéis lo que desgasta la oposición. Admitido el oráculo, lógicamente, José Antonio Ardanza fue reelegido lehendakari.
Ahora, 22 años después, curtida ya la primera generación democrática, el centenario PNV, el partido en Euskadi, vuelve a verse ante otra encrucijada existencial, que debe resolver: ¿cómo recuperar el poder perdido? José Luis de la Granja, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad del País Vasco, sostiene que el PNV tiene que decidir entre seguir en el lado soberanista de su péndulo patriótico, como en la última década de Ibarretxe, o volver al lado moderado, posibilista, autonomista, que es donde estuvo la mayor parte del siglo XX. Trasladado al lenguaje peneuvista, otra vez la manida lucha entre las dos almas que cohabitan, la ecuación, en definitiva, aún sin resolver.
Una web próxima a Arzalluz resalta que su partido se va a quedar con mucha gente en paro al salir del Gobierno
¿Qué PNV se impondrá? Todo depende de Juan José Ibarretxe. A esta taxativa conclusión llegan las diversas fuentes consultadas por EL PAÍS en la órbita nacionalista. El lehendakari en funciones ha aunado con su praxis política la solución los mayores éxitos electorales y el problema las inamovibles apuestas identitarias de su propio partido. Y con ello se ha creado la aureola interna de un líder carismático, de un referente del sentimiento nacionalista, pero también de un agente desestabilizador para la convivencia pacífica entre diferentes.
¿Se marchará Ibarretxe? La pregunta del millón. Nadie se atreve a abrir la boca en el PNV para predecir su futuro, pero en voz baja la mayoría sostiene que no tiene más remedio que irse. Incluso, un abogado nacionalista intuye que el propio afectado ya ha dado pistas de su decisión: Nunca sonó tan seco, tan rotundo su agur (adiós) como cuando cerró el acto del Aberri Eguna (Día de la Patria Vasca) el pasado 12 de abril.
En el sector del partido que ha criticado la obstinada apuesta de Ibarretxe por la consulta, se cree que si no se va en unos meses, el debate de ideas no se podrá producir porque con él delante nadie se va a atrever a crear una división. Mucho menos Iñigo Urkullu, refractario a las guerras internas. En todo caso, también hay unanimidad al asegurar que si Ibarretxe se marcha, su salida tiene que ser muy honrosa porque le debemos mucho, reconocen desde el EBB.
Ahora bien, ¿el adiós de Ibarretxe asegura un PNV lejos del soberanismo? Somos un partido de centralidad, que no se va a tirar al monte y que vamos a construir desde la oposición porque es la mejor manera de que en cuatro años recuperemos el poder, prevé, convencido, uno de sus dirigentes. ¿Está decidida la táctica a seguir? La cólera que se ha apoderado de los principales dirigentes del partido tras comprobar cómo su victoria electoral con 30 parlamentarios ha resultado estéril frente al pacto PSE-PP impide, de momento, cualquier reflexión sosegada. Sólo atenazados por tamaña irritación puede entenderse que un partido de Gobierno recupere el látigo de su léxico nacionalista para desprestigiar al enemigo (frente español, acabarán con ETB, pobre euskera..., presidente López), o que evidencie las peores formas democráticas y no mueva una ceja cuando ETA amenaza al futuro Ejecutivo socialista.
Pero en la cúpula del EBB aseguran que la moderación tiende a apoderarse progresivamente del partido. No vamos a permanecer con los brazos cruzados, pero que nadie dude de que somos un partido moderado, aunque tiene que quedar muy claro que lo del PSE y el PP es un pacto antinatura, que no responde a la voluntad de este país y que sólo es para sacarnos de Ajuria-Enea, reitera un dirigente a modo de discurso acuñado tras asumir que bastó muy poco tiempo para que Patxi López y Antonio Basagoiti, líder del PP vasco, coincidieran en arrimar el hombro para que la alternancia fuera una realidad donde nunca ha existido.
Un ex afiliado del PNV, expulsado por su crítica a la deriva identitaria que siguió el partido, ve a sus antiguos compañeros muy revueltos, sin capacidad para darse cuenta de que todos sus males arrancan cuando fueron al Pacto de Lizarra [suscrito en 1998 sólo por fuerzas nacionalistas] y acabaron con el principio básico de la convivencia, que ahora se ha recuperado con el pacto PSE-PP.
¿Cuánto tiempo en la oposición? El escenario político para el PNV es tan desconocido que ni siquiera hay unanimidad en responder a la pregunta. Para Joseba Egibar, soberanista él, el pacto PSE-PP va a durar dos legislaturas porque es un pacto de Estado. Andoni Ortuzar, líder de la influyente afiliación vizcaína más autonomista, cree que no van a durar porque lo van a hacer mal. Desde fuera, un empresario, como tal pragmático, y nada dudoso de votar al PNV, cree, en cambio, que los socialistas van a entrar despacio, sin causar destrozos y con ganas de hacerlo bien porque es su gran oportunidad de gobernar por fin aquí. Además, los peneuvistas pelearán desprovistos de cualquier apoyo mediático. Siempre han pensado que con tener ETB les bastaba y ahora ni radio, ni tele, ni periódico, asegura disgustado el mismo empresario.
Pero hay quien sostiene que el PNV sólo armará su reacción cuando empiece a recibir llamadas en busca de un empleo de aquellos que lo han perdido al salir del Gobierno. Precisamente en una web próxima a Xabier Arzalluz se reconocía que el PNV está muy dolorido y con las heridas sangrantes. Además, en unas pocas semanas se va a quedar con mucha de su gente en el paro y con unas posibilidades mínimas de encontrar empleo. ¿Cuántos afiliados y simpatizantes se verán afectados? La cifra es imprecisa porque la maquinaria de la nueva Administración socialista tardará en elegir a su personal de confianza. Eso sí, nunca menos de 400, en su mayor parte asesores y periodistas, de libre designación, ya que la nómina de funcionarios vascos acogerá a decenas de actuales jefes de servicio, directores generales y hasta viceconsejeros que han sabido asegurarse su fácil recolocación incluso antes de las elecciones del 1-M.
Las incontables entidades públicas proporcionarán la principal remesa de despidos a la que el PNV deberá atender. Aquí vendrán los que ya tenían un puesto anterior porque no están los tiempos para ampliar la nómina, advierten desde la Diputación de Vizcaya, la única donde los nacionalistas gobiernan solos. En la de Guipúzcoa, el PNV convive con EA, mientras en Álava ambas fuerzas esperan angustiadas el momento en el que los populares les desalojen del poder. Y saben, además, que hay fecha de caducidad: cuando el Gobierno socialista se harte de que el PNV le haga la vida imposible.
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