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Celebración del Primero de Mayo

Los trabajadores sacan a pasear la crisis

Multitudinaria protesta contra Sarkozy en Francia

Antonio Jiménez Barca

La crisis económica mundial y el aumento del paro han propiciado una mayor participación a los actos que se han organizado hoy en todo el mundo con motivo del Primero de Mayo, en los que miles de trabajadores han pedido medidas que garanticen el empleo y encaren con contundencia la recesión.

A pesar de la mayor asistencia, no se registraron más incidentes que otras veces, y los que hubo se centraron principalmente en Alemania y en Turquía. La más multitudinaria ha sido la de Francia.

Por primera vez desde la liberación, tras la ocupación nazi, los ocho principales sindicatos franceses marcharon juntos un Primero de Mayo, codo con codo. Lo hicieron ayer en las casi 300 manifestaciones celebradas por toda Francia, con un objetivo claro: Nicolas Sarkozy y su "política liberal" anticrisis, que, en opinión de los manifestantes, no sirve para frenar la sangría de despidos. Un cartel de un joven parisiense que se manifestaba ayer, escrito en un cartón de embalar, lo resumía bien: "El plan de reactivación económica... pasa por mí".

En Alemania hubo enfrentamientos por las marchas neonazis
En Moscú se batió el récord de participantes, con 70.000

Según la policía francesa, ayer salieron a la calle a protestar más de 400.000 personas. Los sindicatos las elevan a 1,2 millones. Menos, en todo caso, que en las manifestaciones celebradas el 29 de enero y el 19 de marzo, que obedecían a los mismos motivos. Pero cientos de miles más que más que el Primero de Mayo de 2008, lo que indica hasta qué punto la crisis espolea a los trabajadores para bajar a las calles de un país que ya cuenta los 2,5 millones de parados. Los líderes sindicales se mostraron exultantes con el resultado de la marcha y afirmaron que ahora es el Gobierno el que debe mover ficha política. En París, la manifestación convocó a 160.000 personas, según los sindicatos. La marcha reunió a viejos sindicalistas que desfilaban abrazados, unidos como nunca, a trabajadores de Peugeot con la mosca del paro detrás de la oreja y a desempleados de nuevo cuño como Nathalie Vincent, de 45 años, que hacía más de 20 que no participaba en ninguna protesta y a la que el paro ha empujado a bajar a la calle. Se unieron también miembros de plataformas favorables a las descargas de Internet, o pro-Cuba o pro-Bolivia, asociaciones ecologistas y defensoras de los inmigrantes sin papeles, entre otros.

En Alemania las marchas de neonazis convocadas derivaron en disturbios y duros enfrentamientos, con decenas de miles de manifestantes de izquierda decididos a impedir que la ultraderecha desfilara con ocasión del Primero de Mayo.

En Ulm (Baviera) se registraron los más graves encontronazos entre el millar de seguidores del ultraderechista Partido Nacional Democrático Alemán (NPD) y unos 10.000 contramanifestantes convocados por partidos de izquierda y organizaciones cívicas.

Los sindicatos turcos, por su parte, lograron "reconquistar" la emblemática plaza de Taksim de Estambul al conseguir que unas 5.000 personas la alcanzaran y, rodeadas por fuertes medidas de seguridad, celebraran allí el Día del Trabajo por primera vez en 32 años. Aunque el ambiente, tenso, fue más tranquilo que en ediciones anteriores, las celebraciones no estuvieron exentas de altercados: hubo 37 heridos y 68 detenidos.

En Austria, en la ciudad de Linz, también hubo más de 20 heridos y cinco detenidos en un enfrentamiento entre un grupo de encapuchados y la policía.

En Rusia también se batió el récord de participación de los últimos años en Moscú, con más de 70.000 manifestantes, entre opositores y oficialistas.

Mientras, en Italia, el terremoto del pasado 6 de abril en L'Aquila, que causó la muerte de 298 personas, fue el tema central de las manifestaciones de los trabajadores.

Un grupo de manifestantes ayer en Estambul protestan ante la valla impuesta por la policía.
Un grupo de manifestantes ayer en Estambul protestan ante la valla impuesta por la policía.REUTERS

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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