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Columna
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Por fin hablamos del Gobierno

Por fin hablamos del Gobierno. Lo más destacado del Ejecutivo del nuevo presidente de la Junta, José Antonio Griñán, es que se está hablando de él. Del Gobierno y de algunos de sus integrantes. Hacia mucho tiempo que la composición del Ejecutivo andaluz no despertaba tanto interés. Y más tiempo aún, que alcanzara las primeras páginas de los periódicos nacionales. Los ejecutivos de Chaves los despachábamos los periodistas con el calificativo de "continuistas" y había que llegar a los párrafos finales del artículo para descubrir las nuevas incorporaciones. En algunos se relevaron consejeros que se fueron antes de que los ciudadanos supiéramos de su presencia, mientras otros repitieron sin que nos hubiéramos dado cuenta de que llevaban ya cuatro años.

El nuevo Gobierno de Griñán, a pesar de que una parte importante del Ejecutivo repite en el puesto sin que, en algunos casos, supiéramos que estaban, no ha dejado indiferente a nadie. Ni a su propio partido ni a la oposición. Se le está alabando con la misma pasión que se le está criticando. Y ha logrado algo inédito, que el día de la toma de posesión de quien sustituye a Chaves tras 19 años ininterrumpidos como presidente de la Junta no le tuviera a él como protagonista, sino a uno de los principales avales políticos de un partido de la oposición. O sea, a la ex alcaldesa de Córdoba, Rosa Aguilar.

El nuevo presidente andaluz ha logrado, con su sorprendente fichaje, que se hable del Gobierno, aunque sólo sea de un miembro de su Gobierno. Y por primera vez, en mucho tiempo, hay un nombre propio que ha emergido en los titulares periodísticos por encima de las claves internas, los equilibrios territoriales y el número de hombres y mujeres del Ejecutivo, a lo que antes había que agarrarse para completar una crónica. Griñán ha hecho una apuesta arriesgada, pero es una apuesta. Plantear que no es sorprendente la incorporación de Aguilar a un gobierno del PSOE desde el primer sillón de la única alcaldía de capital de provincia que tiene IU, bajo el argumento de que era un acercamiento previsible, sí que ha sido sorprendente.

Aguilar no era sólo la alcaldesa de Córdoba, sino el personaje con mayor proyección mediática de esta organización y uno de los políticos de izquierda más valorado por la ciudadanía. Con esta operación, el PSOE le mete al barco de IU un torpedo en la línea de flotación cuando prácticamente ya iba a la deriva. Por eso, tiene razón la dirección de IU cuando la acusa de haber actuado con "deslealtad", aunque bastante menos cuando le pide explicaciones. Aguilar ha discrepado del rumbo que llevaba la organización en la que militaba y ésta ha hecho poco o casi nada por mantener a los críticos, a los que ha ido laminando durante los últimos años. Es verdad que Aguilar debe dar explicaciones -quizás más de las que ha dado-, pero a los ciudadanos de Córdoba y por abandonar la alcaldía, no por irse de IU.

Griñán ha sorprendido por su Ejecutivo, pero también debería sorprendernos por la configuración de esa administración más ágil que propugna. Lo ha hecho el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo (PP). La nueva estructura de su gobierno arranca con un 47% menos de altos cargos y elimina de un plumazo 66 de los 125 centros de dirección del anterior ejecutivo. Entre ellos, las delegaciones provinciales de todas las consejerías, que sustituye por cinco superdelegados. Una medida similar en Andalucía permitiría, además de ahorro, acabar con una práctica aborrecible, la confusión entre Gobierno y partido a la hora de nombrar a los responsables provinciales de cada consejería.

El paro aumentó en el primer trimestre del año en Andalucía en 93.800 personas, lo que nos acerca al millón de desempleados. O sea, hay un millón de razones para dejar ya de hablar del Gobierno y que éste se ponga de inmediato a resolver este drama social.

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