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Reportaje:Diseño

Milán aguanta la respiración

La feria que mide la temperatura del diseño contemporáneo mira hacia atrás

Anatxu Zabalbeascoa

Tout va Bien (Todo va bien) es el nombre de una de las piezas más singulares que se han presentado este año en Il Salone de Milán. Se trata de un aparador acabado en poliuretano, un mueble aparatoso a la vista pero blando al tacto, con múltiples patas y pronunciados relieves. Lo firman dos grafistas, los franceses Antoine & Manuel. A su productora, la empresa española B.D, le salió bien una apuesta similar hace un par de años, cuando pusieron al enfant terrible del diseño español, Jaime Hayón, a idear muebles sorprendentes. Al ver un sillón con cabriolé o un cabinet lacado en azul eléctrico y con cien patas uno dudaba si aquello era decididamente kitsch o tenía cierto glamour cosmopolita. Y en esa duda radicaba su fuerza. Ahora los editores catalanes quieren repetir jugada y lo hacen arriesgando un poco más: más kitsch y más exceso. Pero repitiendo idea. Los tiempos han cambiado así es que... o llega tarde la osadía, o en B.D saben algo que el resto de los expositores de la última feria de Milán (abierta hasta el lunes 27) parecía ignorar.

La tónica de esta muestra ha sido contener ideas y producción

Así, la tónica dominante en esta feria ha sido otra. La de explotar la herencia clásica con infinidad de hijos, si no ilegítimos sí ilimitados, y la de contener líneas y producción. Esto es: pocos productos que aporten novedades reales y pocas osadías, incluso entre los tradicionalmente osados, como el gurú Giulio Cappellini, al mando de cinco grandes empresas del sector. Frente a la herencia moderna, Philippe Starck ha decidido que él no haría otra silla como la famosa serie 7 de Jacobsen, parodiada, o versionada, hasta el aburrimiento. Starck tampoco ha querido hacer otro refrito de las legendarias Plastic, de los Eames o de la Tulip, de Eero Saarinen. Pero el francés ha mezclado las tres en reconocimiento a los maestros. El resultado es su silla Masters (producida por Kartell), que "refleja nuestra sociedad. No hemos nacido hoy. De rigor es reconocer a los maestros", dice. Así, esa suma de sillas en policarbonato no sólo es su peculiar manera de actualizar a los clásicos mareándolos, también se acerca a la tendencia más consensuada en la feria: el doble juego, la nueva polivalencia de las sillas que sirven para exterior y también para interior.

Las nuevas sillas multiuso sirven tanto para una terraza como para una cocina. Apilables, ligeras, impermeable y cómodas parecen un reto imposible que, sin embargo, muchos diseñadores han aceptado. Por eso, junto a la Masters de Starck, De Padova ha alterado la estructura de la silla Levanham, de Patricia Urquiola, para transformarla en un comodín de interior-exterior. Y, en medio de este ambicioso panorama que cae en la tentación de buscar la silla universal -la silla para todo que la historia del diseño ha demostrado que no existe-, los que han cuajado el mejor asiento han sido los hermanos Bouroullec. Su butaca Vegetal (Vitra) tiene todas las ventajas deseables para una silla interna y a la vez externa. Pero además, tiene presencia, es icónica, francamente cómoda y, sobre todo, no se parece a nada. Se trata de una auténtica novedad en una feria en la que muchas de las piezas expuestas parecían primas hermanas. Así, un valor seguro como Jasper Morrison firmaba, para Vitra y para Magis, dos versiones de la misma silla (aunque la de Magis fuera el pariente pobre de la relación). El propio Morrison presentaba dos sofás, igualmente hermosos, pero sospechosamente cercanos -en el showroom de De Padova y en el stand de Vitra-. Y los diseños de Piero

Lissoni parecían tener el don de la ubicuidad luciendo sus ángulos rectos en los locales de la empresa Porro y de su competencia Casinna.

Por lo demás, el ingenioso Shigeru Ban -conocido por su arquitectura con tubos de papel prensado- ideó una pieza en forma de L -realizada con una mezcla de virutas de madera y plástico- que lo mismo sirve para hacer una silla, una mesa o una bancada. Tenía detrás a Artek, la empresa sueca que produce los legendarios muebles de Alvar Aalto. Pero el intento quedó en una buena idea: sólo consiguió un asiento incómodo y de belleza discutible (si es que la estética importa cuando el asiento es realmente incómodo). Metidos en papel prensado impermeable, mejor les salió el invento a los suecos Claesson Koivisto y Rune. Su silla Parupu (producida por Södra) se venderá por menos de 25 euros. Y eso sí es un logro. Tan contenido es Il Salone de este año que hasta el osado Marcel Wanders se ha vuelto recatado. En la sección Euroluce, presentó la luminaria Can Can (Flos), que sólo enseña sus enaguas a quien se agacha a curiosear cómo será la lámpara por debajo de su pantalla.

El aparador Tout va bien de los diseñadores franceses Antoine & Manuel producido por la empresa española B.D.
El aparador Tout va bien de los diseñadores franceses Antoine & Manuel producido por la empresa española B.D.

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