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El líder del PP evita hablar de corrupción pese a la tensión interna

Carlos E. Cué

En la dirección del PP se ha instalado la convicción, confirmada hasta ahora por las encuestas, de que el escándalo de corrupción que ha estallado en su seno -la relación con una trama de empresas investigada por Baltasar Garzón- no afecta a sus expectativas electorales. Por eso, y a pesar de que ya son 16 los dirigentes implicados, Rajoy ha decidido obviar el asunto. Cuando se le pregunta, responde con evasivas o directamente no contesta.

Es lo que sucedió ayer. No explicó si tiene previsto incluir en las listas al Parlamento Europeo a Gerardo Galeote, al que el juez Garzón acusa de haber recibido más de 600.000 euros en sobornos de la red de Francisco Correa. Tampoco aclaró si destituirá a su tesorero, Luis Bárcenas, si resulta imputado por el Supremo. Garzón le acusa de recibir 1,3 millones de euros en sobornos. Ni explicó Rajoy por qué Bárcenas no ha dimitido y sí lo han hecho otros aforados, como Alberto López Viejo, ex consejero de Deportes de Madrid, que tampoco está aún imputado.

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A pesar de las evasivas, este asunto, que escapa a la reuniones oficiales, centra las conversaciones internas. La mayoría en el PP cree que Bárcenas debe dimitir para no hacer daño al partido, y se disparan las especulaciones sobre sus motivos para no renunciar al puesto y defenderse así mejor de las acusaciones, como han hecho los otros implicados a excepción de Francisco Camps.

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