El detective, Evita y los nazis
Philip Kerr ambienta su nueva obra entre criminales de guerra en la era Perón
El 14 de julio de 1950 llegó a Buenos Aires a bordo del vapor SS (sic) Giovanni el criminal nazi Adolf Eichmann. Viajaba acompañado de dos colegas. Uno era otra joya: el Sturmführer Herbert Kuhlmann, comandante de la 12ª división panzer de las SS Hitlerjugend. Del tercero se desconoce su identidad. El novelista escocés Philip Kerr, creador del detective alemán Bernie Gunther, protagonista de una serie sensacional de novelas de intriga que se desarrollan en los tiempos del nazismo y la posguerra, aprovecha el vacío histórico e imagina en su nuevo libro, Una llama misteriosa (RBA), que ese tercer hombre -y valga el término- es su personaje. Así que tenemos al bueno de Gunther, un tipo con conciencia, que odia a los nazis pero que se ha visto obligado, por su profesión, a trabajar con ellos, desembarcando en Argentina como uno más de los pardos evadidos del III Reich merced a la red de rescate organizada en connivencia con Perón (lo que el historiador Uki Goñi, fuente principal de Kerr, califica de "la auténtica Odessa").
"Eichmann era despreciado por sus propios camaradas de exilio"
"Si hay un mensaje en la novela es que nunca es inútil combatir la maldad"
En la novela, puro noir -"si no andas con cuidado pasarás el resto de tu vida muerto"-, Gunther es reclutado por los servicios secretos argentinos para resolver un turbio caso en el que está implicada la comunidad alemana. La trama hunde sus raíces en el propio pasado de policía del protagonista durante los estertores de la República de Weimar (la novela incluye capítulos de flashback en el Berlín de 1932) y en el crimen están implicados nazis fugados como Josef Mengele, Otto Skorzeny y el general Hans Kammler. La investigación llevará a descubrir terribles -y peligrosísimos- secretos.
Cuando se le dice a Kerr -que nos ha citado en el exclusivo Ivy Club de Londres aunque luce su característica y rockera cazadora negra de cuero- que vaya grupo de nazis ha reunido, ríe con aire de pillastre. "Sí, sí, lo bueno de estos libros de Gunther es que ciertamente salen un montón de villanos pero algunos son muy interesantes". Bueno, Eichmann en su novela aparece bastante banal, un cenizo. "Su gran problema, real, es que no tenía dinero propio, y como el Gobierno de Perón estaba dispuesto a aceptar nazis -pero siempre que llegaran con fondos-, vivía un tanto en precario. Estaba resentido con los otros, tipos que habían sido subalternos suyos incluso y que ahora vivían mucho mejor. Con Mengele, por ejemplo, no se tenían simpatía. Eichmann sentía que lo ninguneaba. En el contexto de los camaradas nazis en Argentina pasó a ser una figura sin interés, despreciado. Es casi una gentileza con Eichmann que lo secuestre el Mossad en 1960 y le devuelvan su importancia". No es difícil percibir de dónde le viene su vena para la ironía y el sarcasmo al detective Gunther. Y la capacidad de atar cabos: en Una llama misteriosa Kerr muestra un talento genial para mezclar realidad histórica y ficción. Todo el funcionamiento de la telaraña nazi es verosímil. O casi: eso de un minicampo de exterminio de judíos en Tucumán... "No tengo pruebas, pero pudo pasar. En todo caso se merecen que lo invente: si aceptas ocho mil criminales de guerra nazis en tu país tienes que esperar que la gente se haga preguntas como ¿a qué se dedicaban?".
Lo de que Mengele practique abortos a menores embarazadas por Perón también tiene miga... "Es casi seguro que hacía abortos ilegales, es una de las razones de que lo echaran del país. Y Perón fue excomulgado sin que se explicara el motivo. Es un hecho que le gustaban las jovencitas a Perón". Tuvo una amante oficial de 14 años a la que llamaba Piraña (!). "Y más de una, sin duda".
Otto Skorzeny, el jefe de comandos favorito de Hitler, sale mucho, descrito como un bruto. No está claro para Kerr que, como dice la leyenda, se fuera a la cama con Evita. En la novela, el nazi la trata de "puta". Kerr retrata a la mujer de Perón como una intrigante melodramática que no duda en meterse la mano de Gunther entre los pechos para atraerlo a su juego de intrigas.
La idea de llevar a su detective a Argentina surgió naturalmente, explica el escritor, "dadas sus malas compañías de las anteriores novelas". Siempre quiso escribir, dice, sobre la Argentina de ese periodo y los nazis. "Me fascinaba la idea de una sociedad nazi en Buenos Aires, desconfiando todos unos de otros, recelosos y asustados de que los descubran". La novela, más incluso que las otras cuatro de Gunther -que ya han vendido en España 60.000 ejemplares-, es a ratos tenebrosa. Hay jovencitas evisceradas, picana, lanzamientos de presos desde un C-47 Dakota al Río de la Plata y a la fiancée judía del protagonista le retuercen sádicamente los pezones. "Son historias muy turbias, por eso el protagonista tiene que ponerle ese especial humor suyo, cáustico, negro: es su única manera de hacerse la vida tolerable. Su forma de rebelarse contra los nazis es ésa, las bromas, que bordean la resistencia activa". Ese humor le da una frescura especial a las novelas de Kerr, tan amenas.
"Creo que Gunther ha ganado en profundidad y sutileza. Era más primario en las primeras novelas [la trilogía de Berlín Noir], aunque con la misma integridad". Cada libro va revelando cosas del pasado del personaje. "E iremos sabiendo más, episodios que le persiguen, que le atormentan. Pienso escribir sobre su vida en tiempo de guerra".
En Una llama misteriosa hay una historia de amor y un final que recuerda al de Casablanca, invertido. Ese final abierto no encontrará continuidad en la próxima novela de Gunther, If the dead rise not, que aparecerá en septiembre y que transcurre en 1954 en Cuba, en parte en casa de Hemingway, "sin nazis pero con mafiosos". También habrá flashbacks a la Alemania de 1934, "un recurso muy interesante con el que das dos libros por el precio de uno". En uno de los flashbacks de Una llama misteriosa, vemos a Gunther usando clandestinamente el baño de Magda Goebbels y marchándose sin tirar de la cadena como protesta política. "Es mi propio sentido del humor, lo que yo hubiera hecho", confiesa riendo Kerr. Confiemos que no lo haga en el Ivy.
Kerr, pese a todas las bromas, es muy consciente de la dimensión moral de sus novelas de Gunther, más profunda aún en ésta. Hay un pasaje en Una llama misteriosa en el que el detective acosa a Mengele por la muerte de una adolescente minusválida en el Berlín de los años treinta y el médico de Auschwitz no entiende cómo alguien le puede perseguir "sólo" por eso. Enfrentado a sus propios demonios, Gunther se aferra a concluir su vieja investigación, a enfrentar el mal en la medida de lo posible. "Si hay un mensaje es ése", reflexiona Kerr de repente muy serio. "Nunca es inútil combatir la maldad".
Galería de bestias pardas según el escritor
- Josef Mengele: "Mezquino y repulsivo. Como dice Bernie Gunther, esa clase de individuo al que podrías estar abofeteando toda la tarde".
- Skorzeny: "Muchos nazis eran siniestros pero incapaces de matar personalmente; Skorzeny no, a él seguramente le encantaba. Era un mito para los nazis, muy valiente sin duda, aunque algo psicópata".
- Hans Kammler: "Un tipo muy misterioso. Llegó a ser el tercer hombre más influyente de las SS. Llevaba el proyecto de cohetería. Es el nazi más famoso del que nadie ha oído hablar,
y eso me encanta".
- Hitler: "El único líder nazi al que Gunther no ha conocido ni conocerá. Es el monstruo definitivo, mejor no enseñarlo, como en Tiburón, porque decepcionas".
Babelia
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