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Entrevista:ALMUERZO CON... SIEGFRIED MEIR

"Mi destino ha sido fabuloso antes y tras el Holocausto"

María Antonia Sánchez-Vallejo

Hay víctimas del Holocausto marcadas de por vida como supervivientes y otras, como Siegfried Meir (Francfort, 1934), capaces de reembolsar el pasado y convertirse en bon vivants. Meir, español de origen alemán, propone sitio ("que sea una marisquería") y elige un menú que avienta el fantasma de la crisis.

Llega con su mujer, Pilar. La comanda: bandeja de ostras de Arcade, corona de sesos en hojaldre y carne sangrante. "¿Cree que será bastante?", pregunta al camarero. Bastante, no: un exceso, tanto en ingesta de nutrientes como en la factura, hoy más dolorosa que nunca y ante la cual uno también podría clamar: "¡Ostras!".

Tal vez porque Meir no jugó de pequeño -cómo hacerlo en Auschwitz, donde mataron a su madre ante sus ojos, o en Mauthausen, donde murió su padre-, toda su vida de adulto ha sido una sucesión de piruetas: aprendiz de sastre en la Francia de posguerra, actor aficionado, cantante profesional en boîtes y cruceros; galerista, impulsor de la moda ad lib, pizzero "de los que lanzan la masa al aire" y, hoy, escultor en madera en su idílica Ibiza, donde recaló en 1967.

Este superviviente de Auschwitz es hoy un maestro en el arte de vivir bien

"Soy ateo, no creo en Dios, pero sí en el destino, y el mío ha sido fabuloso, antes y después del Holocausto. Lo que me pasó entonces fue algo no deseado, una violación. Sobreviví gracias a la suerte y por eso no quiero dedicar mi vida al recuerdo. Sólo empecé a hablar de esto cuando escribí el libro", dice, entre ostra y ostra. Pilar sólo cata una, y quien firma, una croqueta y un vaso de agua.

Se refiere a Hijo de la niebla (DeBolsillo), escrito con el cantautor francés Georges Moustaki. "Mi gemelo", dice. Es la historia de dos chavales judíos con biografías casi paralelas. "El destino hizo de mí un escritor sin quererlo. Fue Moustaki quien me pidió que contara mis recuerdos de infancia".

"No soy luchador, hago las cosas si se me presenta la oportunidad, pero si tengo que luchar las dejo". La primera parte de su vida le ha traído hasta Casa Sefarad, en Madrid, para una conferencia. Pero él prefiere hablar de la segunda.

Apátrida hasta 1980 ("renuncié a la nacionalidad alemana, tengo alergia a la lengua"), se extasía contando su vida ibicenca. Cuenta que inventó la moda ad lib, en una vieja mercería, a partir de modelos indios o convirtiendo chales de payesa en chalecos fashion. "He vendido ropa a la reina Sofía y a la duquesa de Alba; el chófer de ésta venía y se llevaba el coche lleno. Cuando recibía prendas, debía acordonar la entrada a la tienda".

Probó también las mieles -y las hieles- de la restauración, inventándose "restaurantes chiquitos y coquetos con velas y música clásica". También ha reformado casas de campo "cuando nadie lo hacía en Ibiza". Y ha jugado al póquer, y ha pintado, y ha trabajado de pizzero en Barcelona. ¿Aprendiz de todo, maestro de nada? Puede, pero con método: "Cuando tengo que hacer algo que no conozco, me meto en la piel de un actor".

Tal vez haya una explicación a esta sucesión de avatares que conforman su biografía: "Dejo las cosas cuando comienzan a declinar. Me horroriza el fracaso". ¿La próxima meta? Producir una película si la suerte le sonríe. Sólo necesita, bromea, "un golpe de fortuna". El enésimo de su vida.

Meir deja las cosas en declive: "Me horroriza el fracaso".
Meir deja las cosas en declive: "Me horroriza el fracaso".C. ÁLVAREZ

Restaurante Gerardo. Madrid

- Media ración de croquetas: 7,70 euros.

- Parrillada de verduras: 14,50.

- Una docena de ostras: 38.

- Un chuletón de buey: 46.

- Media ración de sesitos: 9,10. - Una tarta chocolate: 6,50.

- Pan y entradas: 7,50.

- Agua, vino y cafés: 16,54.

Total, con IVA: 156,05 euros.

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