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El PP asienta su camino al centro

Basagoiti tiene manos libres para su intención de conseguir un partido más abierto

Javier Rivas

Hace menos de once meses, cuando recibió un partido traumatizado por la marcha de su presidenta, nadie en el PP hubiese apostado ni un euro porque Antonio Basagoiti iba a tener un papel decisivo en la política vasca. Presidente sin haberlo deseado -"por encima de mi cadáver van a hacer que me coma este marrón", confesaba el mismo día de la dimisión de María San Gil-, con amplia experiencia, pero limitada al mundo municipal, su futuro en las autónomicas que entonces se avecinaban no iba más allá de salvar los muebles. Y eso para los optimistas. "No sólo hemos salvado los muebles. Hemos decorado la casa y la vamos a hacer habitable", sonríe el parlamentario guipuzcoano Borja Sémper.

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Basagoiti y el equipo en que se apoyó para reflotar el partido tras el adiós de San Gil han logrado para el PP lo que Jaime Mayor Oreja intentó en 2001 y no logró: ser determinantes para cambiar Euskadi. Y ello con el menor porcentaje de votos en todas las elecciones de los últimos 16 años. "Sin ser buenos, los resultados han sido más oportunos que nunca", destaca un histórico de la formación, el ex diputado general alavés Ramón Rabanera. Mayor, quien iba a encabezar ese cambio con los socialistas de colaboradores necesarios, al revés que ahora, logró hace ocho años casi 327.000 votos y 19 escaños; Basagoiti hace un mes, unos 181.000 votos menos y seis escaños por debajo. El discurso del tándem Mayor-Redondo suscitó en su contra la mayor movilización de voto nacionalista; ahora al cambio le falta un mes.

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"En 2001, la noche electoral con 19 escaños fue un funeral; en marzo, con 13, una fiesta", coinciden Sémper y el presidente del partido en Vizcaya, Antón Damborenea. Los números para la mayoría absoluta han dado gracias, sobre todo, al ascenso socialista, pero casi nadie duda de que la renovación en el discurso y las formas del PP, primero, y la negociación del acuerdo con el PSE, después, han hecho posible el éxito para los populares.

"El resultado muestra que Mayor tenía razón y era posible la alternativa", afirma un diputado muy ligado siempre a la política vasca. "A mí me toca un escenario distinto, que quiero aprovechar. No es que Mayor o San Gil no hiciesen esto porque no les daba la gana, sino porque tampoco se podía entonces", reconoce el propio Basagoiti. Un momento de ruptura total con el PSOE sobre ETA y la paz en Euskadi. Cierto; pero no menos que "ha hecho falta un PP abierto al conjunto de la sociedad y dispuesto a buscar la cercanía con los ciudadanos", destaca Leopoldo Barreda, antes y en la nueva legislatura portavoz parlamentario. Sin renunciar a sus principios, pese a la sucesión de críticas, internas y externas, que durante meses le acusaban de ello, el PP vasco ha conseguido abrirse, reducir el rechazo que suscitaba en amplios sectores sociales y, sobre todo, mostrar que es capaz de hablar de más asuntos y hacer propuestas más allá de la violencia etarra. "Dábamos una visión de extremismo y radicalidad que no era verdad, pero alejaba a gente del partido", asume Basagoiti.

El PP era una formación de resistentes que podía apuntalar un mensaje, pero no inclinar la balanza política. "Se vendía el cliché de que no podíamos pactar con nadie, cuando lo hemos hecho con todos, menos HB. Desde julio hemos logrado transformar muchos de esos clichés", apunta Damborenea. "Quizá nosotros los hemos alimentado en alguna ocasión", asume Basagoiti.

El tránsito no ha sido nada fácil. Si algo repiten los dirigentes del PP es su malestar por las "infamias" que han recibido estos meses, fuego amigo del entorno del partido, de medios de comunicación como la COPE y su locutor Federico Jiménez Losantos, y de sus mismas filas. "Lo más duro es que había gente que se consideraba afín que pretendía deshacer el PP por otros objetivos. Aquí hay quien ha querido pegar una patada a Rajoy en el culo del PP vasco y, encima, usando la mentira de los principios", se duele su presidente.

Las autonómicas del 1-M, la campaña más difícil que ha vivido el partido, se convirtieron así en una reválida para Basagoiti, su equipo y su apuesta. De haberse quedado en nueve diputados habría dimitido, pero los resultados le han consolidado internamente y abierto la vía para hacer ahora el partido que desea.

"Desde julio tenía un examen pendiente", dice Basagoiti. "No me sentía con legitimidad suficiente, pese al congreso, para poner mi impronta. Creo que ahora nadie duda de mis principios, ni de los de Rajoy, Arantza Quiroga o Iñaki Oyarzábal y por ello tengo la posibilidad de abrirme más". Y prosigue: "Si hago un discurso como el que quiero hace cinco meses una radio o alguien del partido hubiesen dicho que el PP ya no quiere a España. Aquí hay quien ha ido a destruir el PP, y como no lo han conseguido, ahora puedo hacer lo que quiero".

"Antonio se ha consolidado. Si había dudas por lo traumático de su llegada, ya no las hay. Hemos encontrado un líder que aglutina", opina Rabanera, resumiendo otras voces del partido, algunas de personas próximas a los postulados de San Gil, como Carmelo Barrio -"Está administrando bien el momento político y le veo asentado"-. "Se ha ganado a pulso el respeto del partido", señala Sémper.

Incluso un parlamentario nacional que cree que el cambio en julio se hizo muy mal, reconoce que "para sorpresa de muchos, Basagoiti y su equipo han gestionado magníficamente bien el escenario tras los comicios". Está liderando "de manera espléndida" la situación en Euskadi, ha afirmado el propio Mayor Oreja, al que una mayoría en el partido ven dedicado en exclusiva a su candidatura a la Eurocámara y sin deseos de actuar en la política vasca. "Está amortizado desde julio", se sincera un dirigente territorial. "Es evidente que el equipo actual ya se ha consolidado, la distancia es enorme con Jaime y su figura es ya irreversible", abunda un diputado con muchos años de militancia.

Con las manos libres, sin oposición interna salvo voces aisladas -la mayoría del 80% que avaló a la nueva dirección en julio es ahora más amplia, opina un parlamentario-, sin sombras exteriores encima, ¿qué PP quiere hacer Basagoiti? "Se abre una posibilidad apasionante: convertirnos en el partido de centro-derecha referente del País Vasco", responde. "Tenemos que ser el partido liberal-conservador de referencia, aprovechando que el PNV va a perder resortes de poder que le permitían mantenerse y, sobre todo, que puede radicalizarse y no ser el partido de ley y orden que pretende". Los populares ven claro que si el PNV, cuando deje el Gobierno, extrema su política ello le abrirá un claro espacio. "Personas que antes votaron a otros partidos hoy votan al PP", incide Barreda. "Queremos ocupar la centralidad, no sólo ideológica, que también, sino que nos puedan votar quienes apostaron otras veces por socialista o nacionalista", concluye Sémper.

La intención de los populares es ganar presencia en la sociedad, mejorar mucho la implantación territorial, identificarse más con Euskadi -un cierto vasquismo-, ganar presencia en ámbitos de decisión. El objetivo es el voto azkuniano, como Basagoiti lo califica, el de aquellos ciudadanos que van más allá de unas siglas y votan lo que ven "decente, tranquilo, de aquí". En esa línea, el líder del PP vasco va a aprender euskera: "Ya di clases y ahora me voy a poner a tope con ello".

Álava, donde la formación ha tenido sus principales experiencias de gobierno, le sirve de ejemplo de esa voluntad. Alaveses son dos hombres claves para Basagoiti: su mano derecha, Iñaki Oyarzábal, responsable de la campaña electoral, y el presidente del partido en esa provincia y diputado Alfonso Alonso. "Hay un equipo empeñado en que éste sea un partido más centrista y reformista, que pueda crecer hacia la gente que tiene una sensibilidad de centro-izquierda o moderada dentro del nacionalismo", incide el primero. "Sólo si somos moderados y hacemos un discurso más abierto tenemos futuro. Nos alarmó mucho el rechazo que veíamos que suscitábamos", apostilla el segundo.

Esta apuesta de Basagoiti explica su decisión de resistir las presiones de Génova, algunas de dirigentes muy próximos a Rajoy, que deseaban que él mismo hubiese asumido la presidencia del Parlamento. Ello le hubiera otorgado un perfil mucho más institucional, pero le hubiese hipotecado para las labores internas. El camino quedó abierto para que Arantza Quiroga se convirtiese anteayer en el primer símbolo del cambio. "Es el momento de asentarnos y avanzar", defiende la flamante presidenta de la Cámara.

De puertas afuera, el partido se centrará en el cumplimiento del acuerdo de estabilidad sellado con el PSE. Los populares no quieren aparecer excesivamente ligados a la marcha del futuro Ejecutivo, más allá de conseguir llevar a la práctica los acuerdos firmados y los que en el futuro puedan cerrar, pero su dirección tiene claro que "si sale bien lo de Patxi López es bueno también para el PP, y si sale mal, es malo para el PP".

Rajoy ha dejado manos libres al equipo de Basagoiti para sus planes, tanto por el apoyo que le prestaron cuando la oposición al presidente nacional intentó el año pasado asaltar su silla como por haber cumplido el sueño de generaciones de dirigentes de Génova: influir en el Gobierno vasco y ver al PNV fuera de Ajuria Enea. "Se han ganado la autonomía interna", opina un diputado. Basagoiti, un pata negra del PP que ha dedicado su vida al partido desde hace 15 años, ha logrado un curioso equilibrio: su relación personal y política es muy buena a la vez con Rajoy, Aguirre y Ruiz Gallardón. "Nunca nos hemos metido en las querellas madrileñas, que pueden ser más o menos pedestres. Bastante tenemos con nuestros problemas", resumen dos de los consultados. El hombre fuerte del PP vasco en Génova en Alfonso Alonso, con quien Basagoiti tiene plena sintonía.

El próximo capítulo del damero es Álava, negociación que Basagoiti lleva personalmente con Patxi López y seguirá llevando por ahora, aunque dirigentes provinciales de ambas partes van a iniciar en breve el deshielo de sus relaciones tras años de recelos. "Lo mejor que podemos hacer, y lo hemos comentado los dos, es hablar lo menos posible de ello, pero López es consciente de que le va a ser muy difícil gobernar contra tres diputaciones de un partido rabioso", cierra Basagoiti.

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Sobre la firma

Javier Rivas
Forma parte del equipo de Opinión, tras ser Redactor Jefe de la Unidad de Edición y responsable de Cierre. Ha desarrollado toda su carrera profesional en EL PAÍS, donde ha trabajado en las secciones de Nacional y Mesa de Cierre y en las delegaciones de Andalucía y País Vasco.

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