Arte contra ilustración

Doce jóvenes artistas se enfrentan a sus lienzos en un estudio de Bilbao Arte bajo la mirada del pintor Luis Candaudap. A lo largo de dos semanas el profesor y los discípulos han abandonado el trabajo en soledad para sumarse a un seminario con el confuso título Tumulto y medida de la pintura (un taller de práctica pictórica desde el punto de vista de la sospecha). Se trata, aclara, de "un taller que sirve para prácticar la pintura más que para hablar". "Yo no vengo a vender un tipo de pintura sino a conseguir que sigan pintando", dice en un descanso del seminario que ayer concluyó en Bilbao Arte.

Admirador confeso de Robert Rauschenberg y Pablo Picasso, Candaudap (Bilbao, 1964) se formó en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del País Vasco (UPV). Licenciado en la especialidad de pintura, ha conseguido que el arte sea su profesión desde hace más de 20 años. Frente a los jóvenes artistas dice que su obligación es "lanzar una ideas éticas: el estilo o la manera en la que pinten da igual".

"No tengo nada contra otros medios", dice. "Son del mundo en que vivimos"

El artista participa en la exposición colectiva 'Espejo canalla'

Candaudap entiende la pintura como una prolongación del cuerpo del artista, que no ve amenazada por la competencia del mundo digital. "No tengo nada contra otros medios. Están ahí, son material del mundo en que vivimos", advierte antes de avisar de los peligros de la creación de imágenes digitales. "La imagen técnica es tan bonita que acaba siendo una ilustración, y la ilustración es el mal del arte: se consume en sí misma, su finalidad es gustar, y para mí una imagen expresiva debe aspirar a conocer, no a gustar".

El pintor propone emplear el tiempo para evitar el daño de caer en la ilustración e "intoducir el retardo a la hora de acabar el cuadro". La fórmula Candaudap pasa por llevar al cuadro la sorpresa y los accidentes. Es lo que en el título del seminario denomina el "tumulto y la medida", y en la práctica se trata de arriesgar en el proceso de creación, pero sin perder el control. "Es el control del azar, pero sin que deje de ser peligroso", dice. "El riesgo hace sacar las fuerzas de urgencia".

Candaudap atrajo la atención hacia su seminario afirmando que "la pintura es peligrosa". Reconoce que es, en parte, "un eslogan", pero explica que el peligro que encierra la profesión radica en su capacidad de confundir al artista, de cambiarle la vida. "No sé qué les pasa a los demás, pero a mí la pintura me supone una incomodidad", explica. "El cuadro no está pactado; no hay un cálculo para el cuadro, un croquis para su inicio y su final, y quizá tampoco exista una felicidad pactada para la vida".

Su trabajo como pintor continúa sin sobresaltos. Hce unos días se inauguró en la galería Artificial, en Madrid, la exposición colectiva Espejo canalla, con obra reciente de Candaudap.