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Columna
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Hipótesis y presagios

La situación de debilidad por la que atraviesa el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, es cada día más palpable y abre numerosos interrogantes sobre el futuro de una legislatura que ni siquiera ha llegado a su ecuador. El problema para el PP valenciano no se trata tanto de si Camps -como le confesó al alcalde de La Nucia y publicó este periódico el pasado domingo- no se volverá a presentar a la reelección, sino si el presidente está en situación de aguantar hasta 2011 y en qué condiciones. Las especiales circunstancias por las que atraviesa en estas horas bajas han abierto todas las posibilidades sobre una sucesión que podría adelantarse.

Por el momento el calendario aparece condicionado en primer lugar por el famoso "ratito largo" en el que, según Camps, al final "se demostrará que todo lo que se dice no es realidad", algo que sólo cabe interpretar como el natural deseo por su parte de que el Tribunal Superior de Justicia archive la causa a la mayor brevedad. Pero además del calendario judicial está el calendario político y este sólo le asegura a Camps su permanencia hasta el mes de junio, una vez celebradas las elecciones europeas que Mariano Rajoy pretende ganar en clave de anticipo de unas generales. Hasta esa fecha Camps tiene todo el respaldo de un Mariano Rajoy que lo último que quiere es que le hagan olas en un granero de votos como es esta Baviera española en la que el PP ha convertido a la Comunidad Valenciana.

Pero después de las europeas se abren todas las hipótesis porque, a poco bien que le vayan los resultados, Mariano Rajoy hará con el PP valenciano lo que mejor le convenga en su estrategia para llegar a la Moncloa. Y en esa estrategia, mucho tiene que haberse recuperado políticamente Camps para que el presidente valenciano no se convierta en un lastre a amortizar por la vía rápida.

Llegados a ese punto las hipótesis se multiplican, porque tras la reforma del Estatuto, ante una eventual dimisión del presidente de la Generalitat, no sólo cabe la posibilidad de que las Cortes Valencianas elijan entre sus miembros un nuevo presidente, sino que también es factible la disolución anticipada de la Cámara y la convocatoria de unas elecciones autonómicas adelantadas.

En la primera de las hipótesis no es probable que se optase por la figura del presidente interino, como hizo Eduardo Zaplana con José Luis Olivas a la espera del advenimiento de Camps. En este supuesto, lo lógico sería que quien siguiera por los dos años restantes lo hiciera con la pretensión de presentarse en 2011. Ahí los mejor situados serían el vicepresidente Vicente Rambla y Rita Barberá, que, vaya usted a saber por qué, siempre se las ha arreglado para simultanear la alcaldía con un escaño en las Cortes Valencianas.

En el supuesto de que se verificara la segunda hipótesis y se optara por convocar, por primera vez en la historia de la Generalitat, unas elecciones anticipadas, entonces el abanico de posibilidades se abriría más y tendría serias opciones de jugar sus bazas Esteban González Pons, quien, no lo olvidemos, hoy por hoy, es el político valenciano más próximo a Mariano Rajoy.

Camps ha superado los idus de marzo, pero no por ello los augurios son menos oscuros. A fin de cuentas, un presagio es una señal de que algo va a ocurrir si no ocurre nada.

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