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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Obama tiende la mano

El presidente de EE UU ofrece a Irán "un nuevo comienzo" tras 30 años de enfrentamiento

La escenografía, el deseo de entendimiento, la manera de dirigirse a Irán -República Islámica, con todas las letras- no podían contrastar más con los modos de la anterior presidencia republicana. Barack Obama quiso hablar ayer en un vídeo subtitulado en farsi, no sólo al presidente iraní Mahmud Ahmadineyad, sino a la propia opinión pública del país chií, y de paso, a la audiencia norteamericana, nada acostumbrada a semejante delicadeza con quien hace tan poco George W. Bush consideraba integrante del eje del mal.

Sin perjuicio de movimientos más prácticos, como la reciente invitación a Irán a una conferencia sobre Afganistán, que se celebrará el próximo día 31, el presidente demócrata ha hecho una exhibición de diplomacia pública, en todo equivalente a una oferta a Teherán de negociaciones sin condiciones previas y en el clima de la mejor voluntad, sobre el extenso diferendo internacional que divide, desde el advenimiento de la República Islámica en 1979, a ambas naciones.

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Y no es que el camino vaya a ser fácil. En discursos pronunciados por el líder religioso iraní Alí Jamenei y el propio Ahmadineyad, con motivo del nuevo año persa, algo anteriores a la difusión del vídeo, ambos subrayaban que nada se interpondría en el camino de su país para convertirse en potencia nuclear. Y un asesor del presidente iraní, aunque saludaba la iniciativa, también recalcaba que estaban muy bien las palabras, pero que hacían falta hechos, como un serio propósito de enmienda por parte de Estados Unidos, cosa que de ningún modo parece que sea lo que Obama tiene en mente.

El problema de conseguir que Teherán deje que Occidente supervise los progresos de su industria nuclear, para asegurarse de que no intenta dotarse del arma atómica, sigue planteado con la misma crudeza que en tiempos de Bush. Y nada que no sea algún gesto relativo al levantamiento de las sanciones económicas contra Teherán, que impulsa Washington, parece que vaya a inducir a Irán a negociar. Pero el mensaje, que ha sido enormemente valorado en Europa, pone la pelota en campo iraní. Si la respuesta es sólo desdén y exigencias, Teherán no habrá hecho nada para granjearse el respeto del mundo. Un verdadero deseo de entendimiento exige concesiones de uno y otro lado. Y Obama ya ha dado el primer paso.

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