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Cierre sumarial sin cuantificar daños

Accidentada, enrevesada y larga. La instrucción de la catástrofe del Prestige, que se abrió nada más accidentarse frente a la costa gallega el obsoleto petrolero cargado con 77.000 toneladas de fuel, hace ahora seis años y cuatro meses, sufrió todo tipo de avatares. Hasta cinco jueces, desde el pequeño juzgado de Corcubión y sin apenas medios, se ocuparon sucesivamente de los centenares de miles de folios de esta causa judicial, que requirió muchas comisiones rogatorias en otros países dado el entramado empresarial de un barco que, con bandera de Las Bahamas, propiedad de una empresa de Liberia y con armador griego (Universe Maritime).

La juez de Corcubión, que logró hace sólo seis meses tener un juez de apoyo para poder dedicarse exclusivamente a este complejo sumario, decidió cerrar su instrucción y preparar la apertura del juicio oral -tardará aún meses- sin esperar al informe pericial que cuantificará las perdidas económicas que ocasionó esta catástrofe. Carmen Veiras concentra toda la responsabilidad por el nefasto estado y mantenimiento del petrolero, aquejado de "una alarmante corrosión en unos de sus tanques", en el capitán del barco. Y le culpa también de las deficientes inspecciones. El Estado español está a la espera de un juez de Nueva York decida sobre su demanda contra la sociedad norteamericana ABS, que certificó la navegabilidad del Prestige. España considera que es la responsable de permitir que ese barco se hiciese a la mar con 77.000 toneladas de fuel y le reclama una indemnización de mil millones de dólares.

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