El 'moco' milagroso
España, referente de una técnica contra las lesiones que permitió a dos estrellas de Pittsburgh ganar la Superbowl
"Yo quiero el moco", piden los lesionados a Mikel Sánchez, traumatólogo vitoriano. "Póngame eso en la operación", le ruegan todo tipo de personas con ligamentos, tendones, músculos, cartílagos y huesos dañados y rotos. A él, como a los cirujanos que han creído en la aplicación terapeútica del plasma rico en factores de crecimiento. Eso es, una técnica milagrosa que nació en las manos de cirujanos maxilofaciales, creció aplicándose en quirófanos de traumatología y ya se usa como regenerador tisular, es decir, en tratamientos contra la piel muerta, las arrugas, la llamada piel de naranja, la celulitis... Porque el moco puede con todo. Hasta ayuda de manera importante en la cirugía plástica de grandes quemados. Pero, sobre todo, acorta espectacularmente los plazos de recuperación en lesiones e intervenciones de deportistas que hace nada podían suponer el fin de la carrera profesional, como las roturas del tendón de Aquiles, por ejemplo. Incluso pasarán a la historia algunas de las lesiones consideradas crónicas para los practicantes de algunos deportes, como el codo del tenista y la tendinitis de rodilla.
La Fundación García Cugat es pionera en el estudio de procesos biológicos
Al paciente se le inyecta un 'puré' de su propia sangre rico en factores de crecimiento
En verdad, eso que llaman moco es un líquido generado tras la extracción de una pequeña cantidad de la sangre del propio paciente que, centrifugada y concentrada, se queda en unas gotas de plasma ricas en plaquetas (PRP), factores de crecimiento con efectos anabólicos, regenerativos y antiinflamatorios en tejidos dañados, un elemento que influye directamente en la biología de la cicatrización, una de las asignaturas pendientes de las intervenciones quirúrgicas en traumatología, sobre todo en lo referido a áreas mal vascularizadas, a las que llega poca sangre, como ligamentos y tendones.
Luis González Lago, traumatólogo del Madrid de baloncesto, que lo usa, habla de un puré, "una masa ligera que se inyecta en la zona afectada, desde tejidos blandos, como músculos, hasta huesos, en cuyo caso no se inyecta, sino que se empapa la zona porosa de las fracturas". Es, en suma, el cóctel de factores de crecimiento, técnica intuida por biólogos norteamericanos y puesta en marcha en la consulta de un dentista de Miami, el doctor Marx, a principios de los años 80. De dentista a dentista, de Miami a Vitoria, el cirujano Eduardo Anitua, se hartó de fracasar en el implante de una prótesis dental y se atrevió a probar el producto que le ofreció la biomédica Isabel Andía. Alucinó con el resultado.
Poco después, Mikel Sánchez, traumatólogo vitoriano, andaba desesperado porque uno de sus pacientes, una anciana, llevaba seis meses sin responder al tratamiento para una infección de rodilla. Resignado a amputar, le invitó a probar el invento. Funcionó milagrosamente. Luego, Sánchez operó a un baloncestista de una rotura del tendón de Aquiles y a las siete semanas ya volvía a botar, la mitad del plazo normal.
Ramón Cugat, referente mundial en cirugía traumatológica, constató en la consulta de Sánchez lo que el implante de factores de crecimiento había logrado en la rodilla de un cazador jubilado. Cugat creyó a pies juntillas en las ventajas de la aplicación y, consciente de la controversia que generaba, impulsó su estudio a través de veterinarios del CEU valenciano y del Instituto Veterinario Ibor, surgido de la UAB.
La consecuencia es la Fundación García Cugat -el nombre es un homenaje al traumatólogo que lanzó la cirugía artroscópica en nuestro país, suegro a la vez del doctor Cugat-, destinada a la investigación biomédica de los factores de crecimiento, educación y cooperación al desarrollo de procesos biológicos, que será presentada el día 28 en la clínica Quirón, de Barcelona, con asistencia como ponentes de Isabel Andía, Mikel Sánchez, Eduardo Anitua y Savio Woo, de la universidad de Pittsburgh, que ha llenado las primeras páginas de la prensa norteamericana porque Ward y Polamalu, dos estrellas del ganador de la Superbowl, la final del fútbol americano, los Steelers de Pittsburgh, pudieron jugar gracias a ser tratados con el moco.
El doctor Cugat fue el primero en dar a conocer al mundo el uso de los factores en traumatología mediante una conferencia en el simpósium anual de Tokio, en 2004. Así que la medicina española es referente en el uso de factores de crecimiento. Sin embargo, no todas las voces dentro de la medicina deportiva son tan tendentes al ditirambo. Juan Manuel Alonso, director médico de la federación española de atletismo y miembro de la comisión antidopaje de la internacional (IAAF), alerta de las dudas que rodean al PRP. "No hay ningún estudio científico ni ninguna evidencia científica clara sobre sus bondades comparado con la cirugía tradicional", dice recordando que el PRP bordea las tenebrosas aguas de la lucha antidopaje en tanto que surge de una manipulación sanguínea.
"La situación es ambigua", dice Alonso, aunque, en verdad, la técnica sólo tiene beneficio para recuperar lesiones y, prevía notificación de su uso, es aceptada en los protocolos de la Agencia Mundial Antidopaje. Para desbloquear la situación, hace sólo dos semanas, en Qatar, eminentes traumatólogos mundiales -entre ellos Cugat- defendieron el uso del moco ante miembros de la AMA con estudios publicados.
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