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Análisis:Cosa de dos
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Guerra

No, no es lo mismo. La ley seca estadounidense sirvió para retirar del mercado las bebidas alcohólicas de buena calidad y sustituirlas por mejunjes tóxicos fabricados en la bañera; de paso, sirvió también para encumbrar a Al Capone y toda una galaxia de mafias y mafiosos. Que sobreviven, hoy, gracias a otra ley seca impuesta por Estados Unidos, la que entrega al mercado negro y a las mafias el multibillonario negocio de los estupefacientes. ¿Que la droga es mala? Por supuesto. Y comprada a las mafias es aún peor: más mortífera, porque se mezcla con otras porquerías, y encima sirve para fomentar y financiar todo tipo de crímenes.

No, la guerra contra las descargas de productos culturales en Internet no es lo mismo que la vieja guerra contra el alcohol o la actual guerra contra la droga. Pero sí se parece en algo: se trata de una guerra perdida de antemano.

En Francia, el Gobierno de Sarkozy ha impulsado el proyecto Hadopi. Consiste, básicamente, en un sistema de vigilancia sobre Internet controlado por una autoridad administrativa, no judicial. El proyecto de ley establece que descargarse una canción o una película por primera vez implicará una amonestación. El segundo delito acarreará la advertencia final. Quien lo haga por tercera vez sufrirá, además de una multa, el corte del acceso a la Red durante un año.

Entiendo el razonamiento de quienes invierten dinero, tiempo y talento en la creación de esos productos culturales. Yo mismo, a un nivel modestísimo, percibo de vez en cuando algo en concepto de derechos de autor. Pero sistemas como el Hadopi francés sólo perjudicarán al usuario que ocasionalmente se baja una película o una canción, sin que ello impida que siga comprando los discos que más le gusten (descubiertos quizá en Internet) o acudiendo a cines y conciertos. En cambio, el profesional de la descarga, el que sabe criptar su ordenador, seguirá con lo suyo tranquilamente.

Los Gobiernos sienten a veces la necesidad de hacer algo. No me parece mal, siempre que sean simples brindis al sol. Meter un sistema de policía en Internet para sancionar a quien se baje una canción es peor que un brindis al sol: es un derroche de recursos y una tontería.

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