Menuda suerte
Pues sí, qué suerte. Cursé hace ya casi 15 años una carrera completa de letras, no una de esas que reputan con razón de inútiles, sino sin duda la más inútil de todas. No obstante, allí me enseñaron cosas como que en Bolonia se fundó la primera universidad europea, la misma que después acogió a Dante y Petrarca y por la que pasó también Umberto Eco. O no, o eso lo aprendí más tarde, no recuerdo bien. Pero tampoco importa, lo importante es no dejar nunca de estudiar, por aquello de alimentar y dar salida a la formación que recibí entonces.
Porque fue en mi alma máter, como dicen, donde me eduqué en esa curiosidad por saber punto menos que maniática, donde conocí a algunos de los mejores amigos y novias y donde, en fin, moldeé para bien o para mal mi endemoniado carácter. Y todo ello durante siete intensos y atiborrados años, en base únicamente a magníficas clases magistrales, sin perspectiva sólida alguna de empleo futuro y, desde luego, sin embarcarme jamás a una flamante lancha oceanográfica como las que vemos ahora en televisión (eso ya lo hacía mi padre para subsistir, y debo decir que tenía poco de idílico...) Fui feliz, y pienso que mis compañeros también.
Actualmente soy profesor de enseñanza media, una profesión que no digo yo que sea de las que saquen al país de la crisis, pero sin la cual, creo, no habría nada que sacar de ninguna parte. Así que no me parece un ejercicio de cinismo desear aquí la misma suerte para los nuevos universitarios a los que afecten las reformas del Plan Bolonia: ciertamente, la van a necesitar..
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