'Burkas' invisibles
No me suelen gustar los días internaciones de tal o cual, aunque sé que sirven para llamar la atención y para follar (¡huy!, perdón, en qué estaría yo pensando). Y también sirven para que ese día por lo menos se hable de la esclerosis múltiple, del hambre en el mundo o de los millones de problemas que nos rodean.
Esta misma semana, en una de esas revistas tontorronas llenas de fotos preciosas y tías imposibles que se encargan muy mucho en revindicar que son "femeninas" y no feministas (como si fuera algo negativo) leí la típica carta al director titulada Burkas invisibles. Me llamó mucho la atención el título, porque me dio qué pensar, y más en vísperas del 8 de marzo, Día internacional de la Mujer Trabajadora (este último detalle es importante, el de trabajadora, quiero decir).
A pesar de que el feminismo esté de capa caída, sobre todo porque se ha dejado en manos de la oficialidad, no podemos olvidar que gracias a aquellas histéricas sufragistas hemos conseguido poder votar en estas pasadas elecciones, (aunque todavía los dirigentes que se disputan el puesto sean hombres). Y desde luego, no podemos rechazar a todas aquellas locas tan molestas y tan incómodas que reclamaban la igualdad y que poco a poco han ido convenciendo y educando a una sociedad, que siempre es pesada para arrastrar y lenta en asumir los cambios.
Ahora es fácil olvidar esa medio sonrisa de desprecio con la que se regalaba a las feministas, acompañada de un "es feminista porque es fea" o "lo a esta lo que le hace falta es un buen polvo". Perdón que sea tan grosera, pero creo que no viene mal recordar ese pasado no tan lejano. Porque de cantar apasionadamente El preso número nueve hemos pasado a luchar contra la violencia de género. De discriminaciones salariales, se ha pasado a que por fin Estados Unidos, gracias a la tenacidad de una mujer, la primera ley que ha firmado Obama como mandatario haya sido a favor de la igualdad salarial.
Claro que, una vez visto, es fácil sumarse al carro. Pero como he dicho antes, aunque no me gusten demasiado los días internacionales, es bueno festejar todo el esfuerzo que ha hecho posible que haya más políticas en la foto, que poco a poco se modifiquen los hábitos... Sin embargo, aunque parece que vivamos en la gloria, seguimos vestidas con nuestras burkas invisibles, llevando esos tacones que nos hacen estar tan monas como incómodas, o teniendo que competir en un mercado libre llevando la mochila de la maternidad, o sin poder participar activamente en algunas fiestas, o...
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