Feijóo recupera el poder para el PP
Gran avance de los populares en las ciudades con una participación histórica - PSdeG y BNG se hunden en A Coruña y Pontevedra, y pierden un escaño cada uno
El intento de cambio político en Galicia se ha quedado en eso, en intento. Sólo cuatro años después de perder el poder tras 16 años de mayorías absolutas, el Partido Popular recuperó ayer la llave del gobierno contradiciendo no sólo las encuestas, sino la tendencia histórica de la democracia que identifica la alta participación con la victoria de las fuerzas de izquierda. Ese 70% de electores que acudieron a las urnas -tres puntos por encima del porcentaje de 2005- redujo la abstención al mínimo jamás alcanzado antes en la comunidad y, contra todo pronóstico, dio la victoria a la derecha gallega. Y sin Manuel Fraga.
El candidato del PP, Alberto Núñez Feijóo, destacó este dato de participación porque, dice, le otorga "un plus de legitimidad" al frente del nuevo gobierno salido de las urnas. "El apoyo claro nos compromete para entregar lo mejor de nosotros", señaló Feijóo, ex vicepresidente de la Xunta durante el último mandato de Fraga, que durante su comparecencia a las once de la noche afirmó haber recibido ya la llamada de felicitación del presidente saliente, el socialista Emilio Pérez Touriño. "No les vamos a fallar, tomaremos nota y rectificaremos todo lo que haya que rectificar para seguir trabajando por Galicia", señalaba este último en la sede del PSdeG al conocer la derrota.
La participación, del 70%, supera en tres puntos el porcentaje de 2005
"Rectificaremos para seguir trabajando por Galicia", afirma Touriño
PSOE y BNG afrontan una previsible crisis interna
En la comarca coruñesa, los populares lograron 17.000 apoyos más
La incertidumbre que marcó toda la campaña electoral se decantó por el PP desde el principio del recuento. El partido de Alberto Núñez Feijóo comenzó el escrutinio ya con fuerza y con el 10% de las papeletas contabilizadas obtenía 40 de los 75 diputados de la Cámara autonómica y empezaba a acariciar la presidencia de la Xunta. A medida que avanzaba el escrutinio en las mesas, disminuía la ventaja de los populares con respecto a sus adversarios pero con el 45%, el PP aún mantenía los 39 diputados de la victoria. Y no se bajó de ahí. El castigo de los electores a las fuerzas que pilotaron el cambio en estos cuatro años de bipartito se repartía de forma homogénea. PSOE y BNG perdieron un parlamentario cada uno.
La clave del ascenso de los populares está en A Coruña y Pontevedra, el territorio más urbano y en el que tradicionalmente triunfan socialistas y nacionalistas. En la circunscripción coruñesa, el PP subió casi tres puntos y en la pontevedresa algo más de tres. En estas provincias los populares se presentaron con caras conocidas para el electorado por haber sido miembros de los gobiernos de Fraga: Carlos Negreira, que fue presidente de Portos de Galicia en una de las etapas que investiga el Tribunal de Cuentas, y Corina Porro, ex conselleira de Asuntos Sociais en el penúltimo ejecutivo del fundador del partido.
El abrazo a los conservadores de la Galicia urbana no se compensó, sin embargo, por una pérdida de apoyo en las zonas más rurales, su feudo tradicional. En Lugo y Ourense, los conservadores se mantienen, a pesar de que en las últimas citas con las urnas PSOE y BNG no dejaron de comerles terreno en estas provincias hasta hacerles perder en 2007 la Diputación lucense tras 14 años de dominio del PP.La jornada electoral terminó como ninguna encuesta predijo. La mayoría de los sondeos mantenían al PP a las puertas de la Xunta, pero los ánimos en las filas del partido de Feijóo crecieron a medida que avanzaba la campaña. Tanto, que los populares decidieron luchar también con armas ajenas a la política. Y el presidente del partido en Ourense, José Luis Baltar, encabezó la estrategia, con insinuaciones maliciosas sobre la vida privada del líder del BNG, Anxo Quintana, e insultos al cabeza de lista del PSOE por Ourense, Manuel Vázquez, al que llamó "maricón, miserable y sinvergüeza".
Estas salidas de tono, por las que Núñez Feijóo tuvo que pedir perdón, y la negativa del líder del PP a debatir en Televisión de Galicia con los candidatos de PSOE y BNG no le han salido caras al partido, que promete trabajar "por la Galicia próspera y abierta". El PP mantuvo ayer su poderío en el feudo orensano de Baltar y ganó apoyo en las circunscripciones más urbanas y tradicionalmente proclives a la izquierda.
El cambio de cabeza de cartel de los populares en Galicia les ha salido rentable en las ciudades. Feijóo, que volcó su campaña en este territorio más acorde con su perfil, ha logrado importantes ascensos en capitales como A Coruña, Pontevedra y Vigo. En la comarca coruñesa, los conservadores lograron 17.000 votos más que en 2005, mientras que los socialistas perdieron más de 11.000 apoyos y los nacionalistas, 15.000. En el área de Vigo, el PP recogió 14.000 votos más, frente a la subida de 4.000 sufragios que experimentó en Pontevedra.
En Lugo, el tradicional feudo de la derecha que en los últimos años había dado un giro hacia PSOE y BNG, el bipartito sufrió un duro descalabro. Socialistas y nacionalistas perdieron apoyos en casi todos los municipios, incluso allí donde gobernaban, en lo que es su primera caída tras el ascenso iniciado en 1999, cuando el PSdeG conquistó, contra todo pronóstico, la alcaldía de la capital. A Mariña luguesa le dio la espalda a los cuatro años de bipartito y también la zona sur. En Ourense, donde el PP utilizó el insólito reclamo de Mariano Rajoy, exponente del sector del birrete, el reparto de escaños en la provincia quedó inalterable (ocho diputados para el PP, cuatro para el PSdeG y dos para el BNG) y favorable por lo tanto a los conservadores.
Galicia, la comunidad de donde es originario y donde empezó su carrera política Mariano Rajoy, ha dado un enorme balón de oxígeno al líder nacional del PP, en medio de las acometidas internas y de los casos de corrupción que lo asedian. Al mismo tiempo, Núñez Feijóo se consolida como un barón emergente en el PP nacional y un aliado de gran peso para el propio Rajoy, que fue el principal impulsor de su candidatura para relevar a Manuel Fraga en 2006, tras la pérdida de la Xunta.
Socialistas y nacionalistas parecen condenados a una crisis interna. El PSdeG, que había encontrado en Touriño el liderazgo sólido que le faltó durante años, parece abocado a buscar una nueva cabeza visible. Las disputas internas, solapadas durante el efímero paso por el poder, corren el riesgo de reabrirse en las próximas semanas, después de una convocatoria electoral que Touriño se negó a adelantar al otoño contra el criterio del partido y del secretario de Organización, el lucense José Blanco.
El BNG prosigue la cuesta abajo que inició en 2001, cuando perdió la segunda posición que había alcanzado cuatro años antes. Desde entonces, ni siquiera el paso por el poder ha detenido la caída de los nacionalistas. El liderazgo de Anxo Quintana también será cuestionado por los sectores críticos. "No se cumplieron los objetivos electorales", lamentaba Quintana rodeado de miembros del partido con las caras desencajadas, "pero quiero agradecer a los miles de gallegos que confiaron en nuestro proyecto, en un proyecto propio que representa al BNG y que no s anima a seguir trabajando".
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