Consumidor es-timado
El día que se hizo la luz, los usuarios andaluces ya le debíamos un recibo por consumo estimado a Endesa. En concreto, por el gasto de electricidad que hubiéramos tenido si la luz se hubiera inventado un mes antes. Desde entonces, no hemos levantado cabeza. Por eso, da igual que nos suben varias veces al año las tarifas, ya que siempre consideran que el coste real del servicio es mayor del que pagamos y, por eso, piden al Gobierno de turno un aumento de precios después de haber aumentado ya los precios. Desde que se liberalizó el mercado de las eléctricas, ese que iba a permitir la entrada de la competencia y reducir las tarifas, debe haber en Andalucía al menos diez personas que han cambiado de compañía para seguir dependiendo de la misma.
Cuando el hombre realizó la primera rueda otro hombre ya estaba calculando el impuesto de carruajes, mientras con el fuego pasó como con el huevo y la gallina, que nadie sabe si fueron primeros los incendios en los bosques o el negocio de la madera. A principios del siglo XX el ser humano conquistó el único elemento que no había podido dominar hasta entonces: el aire. Tras el primer vuelo de un avión se acercaron las fronteras, pero aparecieron de inmediato las tasas de aeropuerto y el overbooking.
Alrededor de cada invento de la humanidad se han creado cientos de empresas con la única pretensión de hacerse de oro. Por eso, en términos económicos, ha sido siempre más rentable vender una buena idea que tenerla. Por ejemplo, ha generado más ingresos la idea de Telefónica de cobrar una cuota mensual por tener línea que la invención del teléfono por parte de Alexander Graham Bell. La historia de la humanidad está llena de inventos que cambiaron nuestras vidas, pero resulta imposible fijar en qué momento estos avances tecnológicos sirvieron para que las personas dejáramos de ser tratados como ciudadanos y nos convirtiéramos en simples consumidores.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), un organismo al que no tengo el gusto de conocer, sitúa a España a la cabeza del esfuerzo por liberalizar los mercados. Los expertos de este organismo internacional han destacado lo bien que lo ha hecho el Gobierno con la liberación de los mercados del gas, la electricidad y las telecomunicaciones, superando "en ocasiones con creces" las exigencias de la Unión Europea. El secretario general de este organismo es un español, lo que hace presuponer que pidió el informe antes de que le llegara el último recibo de la luz. En el caso de las telecomunicaciones también es verdad que hemos mejorado mucho. La última decisión del Gobierno ha sido la de obligar a las compañías de ADSL a que las líneas que ofrecen naveguen al menos al 80% de lo que anuncian, que es como exigir a un fabricante de coches que vendan los automóviles con al menos tres de las cuatro ruedas.
Sin embargo, lo más sorprendente de los halagos de la OCDE tiene que ver con la puesta en marcha en España de las denominadas ventanillas únicas. Y en esto también tienen razón los expertos. Tenemos miles de ventanillas únicas. Hay al menos una en cada departamento de la Administración Central, en cada consejería autonómica, en cada área de cada diputación y en cada delegación de cada ayuntamiento. Hay una ventanilla única para cada organismo público y ninguna tramitación que se pueda hacer en una única ventanilla única de una única administración.
No ha sido como llegar a la Luna, un pequeño paso para el hombre pero un gran salto para la Humanidad, pero la presión de los consumidores y de la Junta para que Endesa refacture a los cuatro millones de usuarios de la compañía en Andalucía los recibos del pasado mes de enero, es un éxito "histórico" para los consumidores. Este paso atrás en el consumo estimado va a permitir volver a nuestra condición de estimados clientes ex timados.
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