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Crónica:CARTA DEL CORRESPONSAL / Bruselas | Econonía global
Crónica
Texto informativo con interpretación

Los belgas tienen memoria

Andreu Missé

Esta vez la crisis ha sacudido los cimientos de las instituciones financieras, políticas y jurídicas belgas. Las eternizantes riñas nacionalistas entre valones y flamencos han quedado en cosa de niños ante la amplitud de la rebelión de los pequeños accionistas de

Fortis, irritados por los mangoneos entre el Gobierno y la cúpula dirigente del banco, cuya gestión les ha dejado sin ahorros. Los 500.000 accionistas de Fortis, que invirtieron sin otro espíritu que el del buen padre de familia, han visto cómo en 20 meses el precio de sus acciones caía de 30 euros a 1.Ha sido una rebelión con todas las de la ley. En la junta celebrada el pasado 11 de febrero, unos 5.000 accionistas derrotaron la propuesta conjunta de la dirección y del Gobierno belga de vender Fortis al grupo francés BNP Paribas. La cólera de los socios procedía no tanto de los perjuicios financieros como de las manipulaciones. La junta se celebró forzosamente por una decisión de los jueces, que estimaron una demanda de los accionistas por no haber sido consultados sobre la venta. El Gobierno intentó forzar la mano de los jueces, pero la maniobra fue descubierta y el escándalo se llevó por delante al primer ministro, Ives Leterme, y a su ministro de Justicia, Jo Vandeurzen.

El derrumbe de Fortis provoca una rebelión contra el 'establishment'
Los accionistas impidien la venta del banco a BNP Paribas

El hundimiento del banco más emblemático del país, que emplea a 65.000 personas y tiene varios millones de depositantes, ya se había llevado por delante a los personajes más relevantes del establishment financiero belga. Primero cayó el presidente del banco y gran factótum de las finanzas, Maurice Lippens. Después, el todopoderoso e influyente vizconde Étienne Davignon fue rechazado como presidente del banco.

Tras la derrota de la estrategia del Gobierno, el banco, que sigue controlado en un cien por cien por el Estado, sigue su deriva catastrófica. El año pasado la entidad perdió 18.000 millones de euros y sus depósitos descendieron de 168.000 a 142.000 millones.

Y la tormenta continúa. El viceprimer ministro y ministro de Finanzas, Didier Reynders, responsable político máximo de las maniobras de venta, acumula cada día más sospechas.

Ante este panorama, los belgas hurgan en su memoria y se refugian en la nostalgia. Recuerdan que hace 15 años tenían una caja, la CGER, que había funcionado de maravilla durante más de 130 años y que sirvió de modelo a los fundadores de La Caixa. El politólogo Marco van Hees, en su página de Internet Frerealbert.be, presenta unas cuentas fascinantes: "Fortis compró la CGER por 3.000 millones de euros. Gracias especialmente a esta compra, Fortis ha tenido desde 1998 hasta 2007 un beneficio de 27.700 millones de euros. Los Estados belga y luxemburgués han inyectado hasta el momento 11.200 millones de euros. En total, los poderes públicos han perdido 8.200 millones, y el privado ha ganado 27.700. Incluso con las pérdidas del año pasado, los privados seguirían ganando casi 10.000 millones".

Los belgas saben que la CEGER, fundada por el liberal radical Walthère Frere Orban con el ánimo de crear un sistema de seguros sociales, sin cargar al Estado, pero que resolviera las necesidades de la población, constituyó el primer sistema de pensiones para accidentes de trabajo en 1903. Financió miles de viviendas sociales y actividades culturales. Y saben también lo que hizo Fortis.

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