La dimisión de Walter Veltroni lleva a la izquierda italiana al caos
La derrota electoral en Cerdeña ante el partido de Berlusconi hunde al líder del PD
"Ya está bien de hacernos daño. Dimito para salvar el proyecto". Con estas palabras, Walter Veltroni, jefe de la oposición italiana y líder del Partido Demócrata (PD), abandonó ayer su dirección.
La clara derrota de su candidato, Renato Soru, en las elecciones regionales de Cerdeña ante el partido del primer ministro, Silvio Berlusconi, aceleró la renuncia de un Veltroni harto de los ataques internos y de las divisiones que sangran al deprimido grupo reformista.
Veltroni ha aguantado 16 meses al frente del PD, un bebé político nacido tras las festejadas primarias de octubre de 2007 con la ambición de convertirse en una alternativa moderada, a imagen y semejanza de su homónimo estadounidense. Las derrotas electorales encadenadas desde entonces (el PD perdió las generales y municipales de abril de 2008, y luego las regionales de Friuli, Abruzzo y Cerdeña) han convertido al partido en una tribu de castas y familias oligárquicas, cada una más lejana que la otra de las necesidades de sus votantes.
La renuncia llega tras nueve meses de luchas fratricidas salvajes
En este tiempo, el PD no ha logrado ser alternativa a Berlusconi, no se ha convertido en referente laico, no ha hecho verdadera oposición, no ha ofrecido soluciones a la crisis, no ha dado voz a una política de inmigración razonable... Como dijo ayer un comentarista, "no ha sido ni carne ni pescado".
Las luchas fratricidas han sido, en paralelo, salvajes. En los nueve meses pasados desde el triunfo de Berlusconi, Massimo d'Alema ha tratado de acercarse a la izquierda radical; Francesco Rutelli ha tendido puentes con los democristianos de Casini; los Democráticos de Izquierda de Piero Fassino se han alineado con los socialistas europeos contra la línea oficial, los jerarcas napolitanos Bassolino y Jervolino se han aferrado al poder de escándalo en escándalo, y los católicos han votado con el Gobierno la ley del testamento biológico.
Veltroni explicó su postura a la cúpula del PD durante varias horas. Adujo que los críticos han concentrado los ataques sobre su línea política. "Como para muchos el problema soy yo, estoy listo para marcharme por el bien del partido", afirmó.
A cuatro meses de las elecciones europeas, los barones del heterogéneo grupo que amalgama a ex comunistas y ex democristianos rechazaron su dimisión. Tras una pausa de un par de horas, Veltroni confirmó su marcha.
La espita fue la derrota de Renato Soru en Cerdeña. Soru, de 51 años, gobernador saliente y empresario intachable, fundador de Tiscali y dueño del diario L'Unità, perdió por nueve puntos de diferencia (52% contra 43%, con el 92% de votos escrutados) frente al candidato del centro-derecha, Ugo Cappellacci, de 48 años, el hombre de Berlusconi. El primer ministro le arropó durante la campaña como a un ahijado. "Elegí a Cappellacci porque es hijo de mi asesor fiscal", dijo en uno de sus numerosos mítines.
Con una izquierda normal enfrente, la nueva victoria de Berlusconi resultaría imposible de entender. Coincide con una profunda crisis económica, con la recesión más aguda desde la posguerra (el PIB decreció un 1,8% en el último trimestre de 2008) y con la caída de la producción industrial más profunda en 25 años.
Pero el carisma del magnate-político entre los italianos parece resistir cualquier prueba. Incluso la brutal polémica de la semana pasada, cuando atacó a la justicia, a la Constitución y al presidente de la República para hacer frente común con los integristas provida en el caso de Eluana Englaro, la mujer que vivió 17 años en coma con alimentación artificial y que falleció el lunes pasado.
Muchos de los 1,6 millones de ciudadanos de la isla creyeron las promesas de Berlusconi, basadas apenas en una idea: con Cappellacci, el Gobierno ayudará a Cerdeña más que con Soru.
Irónicamente, Soru, a quien muchos veían como la gran baza anti-Berlusconi, ha acabado siendo la catapulta de la crisis del PD. Ahora, los escenarios son dos: asamblea constituyente para nombrar un nuevo líder, o disolución de la misma y primarias. El partido lo anunciará hoy. Una cosa es probable: la decisión demostrará una vez más la inimitable capacidad de la izquierda italiana para devorarse a sí misma.
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