Lapsus de candidato
El candidato en campaña es una persona sometida a un programa inhumano que hay que cumplir a rajatabla. Una especie de robot que debe soltar frases ocurrentes y recetas precisas sobre las materias más diversas, al mismo tiempo que reparte caramelos, saluda a la pescadera, acaricia a un niño, enardece a la militancia local, sonríe a las cámaras y abraza a todo aquel que no se le acerca con una pancarta hostil.
El candidato en campaña es llevado cada día de aquí para allá y muchas veces su percepción del lugar donde está en un momento preciso no es más profundo que el de aquel matrimonio protagonista de una película de los años sesenta que ironizaba sobre los viajes exprés que realizaban los estadounidenses por la troceada geografía europea. Si hoy es jueves, esto es Bélgica, creo que se titulaba. Se puede cambiar un día por otro y el país de los belgas por cualquier localidad de nuestra comunidad, pero la sensación será similar para el candidato. Esto será Andoain o Ribavellosa para él porque hoy es el sexto o el noveno día de campaña y así lo pone en la agenda de la jornada, por nada más.
Algo parecido debió ocurrirle al candidato Ibarretxe el pasado viernes en Azpeitia. Había acudido a la villa guipuzcoana para hablar del programa de su partido sobre transporte y movilidad, y el escenario elegido fue el Museo del Ferrocarril. El candidato, como estaba anunciado, desgranó las propuestas en esta materia, que incluye una apuesta decidida por el transporte ferroviario. Pero no se le pasó por la cabeza hacer una mínima referencia al vecino de esa localidad Inaxio Uria, asesinado hace dos meses por construir precisamente el principal proyecto ferroviario de este país, que esta misma semana, además, fue el objetivo de la furgoneta bomba colocada en Madrid. ¿Fue por cansancio? ¿Por qué no tocaba? ¿Por la inclinación ibarretxiana a limpiar de aspectos negativos su retrato del país?
Las campañas en nuestro país están hechas para mayor gloria del candidato y sus gazapos apenas cotizan en la bolsa electoral.
Pero ese es otro capítulo.
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