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La tensión entre payos y gitanos persiste en Caritel

"Está claro que la integración ha fracasado", dice un portavoz vecinal

Vecinos de Caritel se manifestaron ayer bajo el lema Unidos contra la violencia después de que el pasado sábado atribuyeran a Miguel Montoya, realojado con su familia en esa parroquia de Ponte Caldelas, una presunta agresión al joven Prudencio López. Justo una semana antes, los Montoya denunciaban desperfectos en sus vehículos y alertaban a la Guardia Civil del temor a que algo sucediera. "Nos pincharon las ruedas de la furgoneta", explica Susi, una de las hijas de Miguel. Aunque todavía no se ha descubierto al culpable, entre el vecindario hay quien opina que "quien lo hizo, hizo bien".

En las últimas semanas se ha disparado la tensión en Caritel, convertida desde hace 13 meses en escenario de un pulso entre las dos familias gitanas, procedentes de O Vao, y los habitantes de la zona, que cada sábado acuden puntuales a su cita frente a la casa de dos plantas que ocupan los realojados. A la mujer del patriarca se la llevan los demonios cuando se mencionan las drogas, que es uno de los argumentos esgrimidos por los vecinos para expulsarlos de allí. Se mueve por el salón y señala el techo ennegrecido por la estufa de carbón que calienta la sala. "Si fuese camella gorda, como dicen, no tendría así mi casa", dice. "Mira, ni un armario decente para guardar las cosas, y la ropa por ahí colgada".

Julia lamenta que, salvo algunas excepciones, nadie se ha molestado en conocerla. La brecha abierta en la aldea entre quienes repudian y apoyan a los calés ha roto quizás para siempre la vida tranquila de Caritel. Los vecinos se reunieron el martes con los técnicos de Vicepresidencia. "Están trabajando en el poblado de transición de Poio, buscando una solución para todos que no llega", afirma Carlos Nicolau, uno de los portavoces. "Está claro que la integración ha fracasado", dice, "pese a que llevamos meses trabajando para pacificar este conflicto.

Desde el otro lado se esgrimen casi idénticos argumentos. El Goberno Galego do Pobo Xitano asegura que ellos han sido "los únicos" en trabajar a favor de la paz. "Llevan un año insultando, amenazando y molestando a las familias gitanas", sostiene Sinaí Giménez, presidente del colectivo calé, en referencia a los convocantes de la concentración de ayer. "Estamos totalmente a favor de cualquier manifiesto en contra de la violencia, venga de donde venga, de payos o gitanos", sostiene.

Los niños de Caritel ya no juegan en el parque infantil que está enfrente de la polémica casa: sus padres temen que les ocurra algo. Los otros, los calés, también tienen miedo de que les peguen en la calle.

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