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Reportaje:

El Ventorrillo gana una batalla

El Ayuntamiento rehabilitará la corrala donde unas vecinas resisten al desalojo

Las abuelas del Ventorrillo, un grupo de vecinas que pleitea contra una inmobiliaria para que no las echen de la corrala donde viven, tienen algo que celebrar. Llevan casi dos años entre puntales y escombros, con una malla verde de obra que cubre la fachada y varias casas del edificio clausuradas. Pero un juez acaba de darles un respiro.

El Juzgado de lo Contencioso-administrativo 25 de Madrid, en un auto del 20 de enero, autoriza al Ayuntamiento a inspeccionar las viviendas vacías que la propietaria del edificio, la inmobiliaria Sistemas 23, tiene cerradas a cal y canto. Urbanismo reclamó hace un año que le dejaran pasar a los pisos clausurados para acometer por ejecución sustitutoria las obras que necesita la corrala. Eso significa que el Ayuntamiento arregla y la empresa paga.

Urbanismo tomó la decisión después de reclamar a la propietaria en cuatro ocasiones, según el auto, que solucionara los desperfectos. En 2001, el Ayuntamiento avisó de deficiencias en el saneamiento de la finca por humedades y trozos podridos de muro. Tras varios requerimientos fallidos, volvieron a reclamar medidas de seguridad en 2007 sin éxito. En enero de 2008, el Ayuntamiento aprobó un decreto para que entraran los técnicos municipales a arreglar la corrala, construida en 1900. La empresa, que ayer declinó atender a este periódico, no les dejó pasar. Ahora el Ayuntamiento dispone de un mes y medio para entrar en la corrala, que de momento no amenaza ruina, según Urbanismo.

El auto "supone un éxito y un precedente por la gran cantidad de viviendas que hay en la misma situación en Madrid", según David Lucas, portavoz del grupo municipal socialista en el Ayuntamiento. Para las abuelas es la primera victoria en una lucha que empezaron hace dos años. En 2007, la inmobiliaria les reclamó por carta que abandonaran la corrala, en la que algunas llevan casi 80 años con contratos de renta antigua. La mayoría se negó y empezó a pleitear. Como Adela Salas, de 83 años, que paga 31 euros por un piso de 20 metros cuadrados en el que su familia vive desde 1930. "Tengo muchas esperanzas de que se acabe este quebradero de cabeza", aseguraba ayer.

Desde que se conoció su caso se han hecho famosas. Tienen su propio blog en Internet, han salido en varias televisiones y han recibido visitas de políticos como la ministra de Vivienda, Beatriz Corredor. Otra de las abuelas, Luisa Martín (83), espera "que la pesadilla se acabe". Esa pesadilla incluye varias visitas al juzgado. Su abogado ha recurrido a la Audiencia Provincial para evitar que desahucien a la anciana. Aún no sabe si podrá quedarse en la corrala, rehabilitada o no. Pero ya ha decidido que, tras ganar esta batalla, organizará una fiesta con sus vecinas.

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