Respuesta de un juez
Desearía realizar ciertas puntualizaciones en relación con el artículo que Juan José Millás, a quien siempre he admirado y probablemente seguiré admirando, publica en la edición de su diario del viernes día 16: 1. Como magistrado en ejercicio, nunca me agradó el olor a rancio que expele la acumulación de papel viejo y que se respira frecuentemente en los tribunales. 2. Al igual que el resto de mis compañeros, siempre me quejé de ésa y de otras muchas deficiencias y limitaciones que hacen de nuestra labor un trabajo penoso y en gran medida ineficiente, y lo hice, como es natural, ante quienes tienen el poder de remediar ese estado de cosas. 3. El simple hecho de que la prensa nunca haya considerado a esas inveteradas reclamaciones como hecho noticiable no las convierte en inexistentes, y, por otra parte, la circunstancia de que hasta ahora se hayan emitido con relativa discreción era considerada por nuestra parte como muestra de prudencia y no de censurable pasividad. 4. Según me aseguran mis allegados, el poder que ejerzo no se advierte en mi rostro, por lo que, al menos en mi caso particular, no puede afirmarse -como lo hace Millás- que lo llevo escrito en la cara. 5. Hasta donde soy consciente, nunca he cometido desmanes ni, por ende, he pretendido justificarlos en la perpetuación -que en modo alguno me es imputable- de carencias milenarias. 6. Le aseguro que, a pesar de todo, seguiré leyendo a Millás. Muchas gracias.