_
_
_
_

Los presuntos "esclavos" de Cartaya declaran ante el juez

Los trabajadores denuncian vejaciones físicas y psicológicas

Cinco trabajadores de origen marroquí declararon ayer en el Juzgado de Instrucción número 1 de Ayamonte (Huelva) por haber sido tratados como "verdaderos esclavos" por un empresario, también marroquí, al que definen como "jefe peligroso". Los denunciantes fueron contratados en Tánger para trabajar en labores textiles durante un año, pero aseguran que, durante los dos primeros meses, junio y julio, fueron "apaleados, escupidos y humillados" por el supuesto empresario Mohammed Ajbar, quien niega los hechos. Empresario y empleados se vieron ayer las caras en la puerta de los juzgados.

"Hemos vivido una esclavitud. La habitación medía cuatro metros, no podíamos ir al baño y no cobramos dinero", contaba ayer Ahmed Guorevour, antes de declarar. "Muchos insultos, muy fuertes. Y patadas", añade Khalid Elhattab en francés. Los otros tres (Abdlalh Alomi, Mohammed Acherronk y Chahid Mihammed) asienten a su lado. El empresario Ajbar, de 38 años, aunque no estaba citado, también acudió a Ayamonte. "Cuentan mentiras. Estoy arruinado por su culpa. Y sí les he pagado. Tengo pruebas de que inventan todo", se enfadaba mirando a los denunciantes de reojo.

El acusado: "Estos hombres no saben ni coser, lo demostraré"

Fernando Osuna, abogado de los trabajadores, calificó el asunto como "un juicio contra la esclavitud, una situación que se da más veces de las que pensamos". El letrado se mostró contundente: "Esta gente trabajó 14 horas al día en una cochera sin ventana. Y, tras dos meses, les tiró al suelo 200 euros que tuvieron que repartirse". Son cuatro los delitos que Osuna considera evidentes: coacción, amenazas, delito contra los derechos de los trabajadores y estafa.

Los empleados denunciaron los hechos a la Guardia Civil de Cartaya el pasado noviembre. Su situación ahora es de ilegalidad. "Sólo tienen permiso para trabajar en labores textiles. Ahora viven como pueden", les disculpó su letrado. Ajbar, al que denominan "jefe peligroso", casi las únicas palabras que los denunciantes saben en español, se mostraba seguro: "Yo puedo pagar más, pero estos hombres no saben ni coser. Me engañaron y lo demostraré".

Las declaraciones de ayer finalizaron con un testigo, Mohammed Bouharrak, que decía acudir "a echar una mano". Bouharrak hizo de traductor de los cinco marroquíes cuando denunciaron los supuestos abusos. "Después les fui sonsacando la verdad", explicaba ayer. "No han sufrido tantos maltratos como dicen", añadió. "Y sí tienen dinero. Se fueron una semana a Marruecos de vacaciones. ¿Cómo la pagaron entonces?", se preguntaba el testigo voluntario.

El empresario Ajbar lleva ocho años en España, está casado con una cartayera y tiene una hija. "Yo soy persona buena. Pagué 500 euros a cada uno y después 800", insistía. Los cinco trabajadores, con la mirada en los pies, pasaban rápido a su lado. "No tenemos para comer", lamentaba Elhattab. El juicio se celebrará el próximo junio.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_