El Ejército de Etiopía se retira de Somalia tras dos años de ocupación

Somalia encara desde ayer una nueva e incierta etapa en su tortuoso camino hacia la paz, después de que las tropas etíopes comenzaran a desmontar sus principales bases. La retirada es parte de un acuerdo, respaldado por la ONU, para reforzar la soberanía militar somalí. Sin embargo, se teme que pueda ser contraproducente, dejando un vacío de poder en un país que sufre una guerra civil desde hace 18 años.

Los vecinos de Mogadiscio, la capital somalí, salieron a las calles para festejar el comienzo de la evacuación de los 3.000 soldados etíopes, que eran vistos como una fuerza ocupante. La intervención etíope a finales de 2006 tenía como fin el apoyo al frágil Gobierno de transición somalí en su lucha armada contra los insurgentes islamistas.

Sin embargo, el derramamiento de sangre no ha cesado en el Cuerno de África en los dos últimos años: 16.000 civiles han muerto y más de un millón ha abandonado sus casas. Grupos de defensa de los derechos humanos han denunciado que las tropas etíopes han cometido violaciones y ejecuciones extrajudiciales de civiles.

La retirada es, de momento, parcial y limitada a cuatro acuartelamientos en Mogadiscio. Pero el primer ministro somalí, Nur Hassan Husein, ha confirmado que será definitiva y ha agradecido a Etiopía que haya sacrificado tantas vidas y dinero para asegurar la estabilidad de su Gobierno. Unos 3.400 soldados de las fuerzas de pacificación de la Unión Africana continúan sobre el terreno, a la espera de que su contingente sea ampliado.