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Columna
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Rachas de viento

"La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida", cantaba Rubén Blades en su Pedro Navaja. Afortunadamente la vida nos da sorpresas. Si tuviésemos todo previsto, la vida sería una cárcel insoportable, la peor pesadilla.

Solemos creer que los imprevistos sólo nos ocurren a nosotros, pobres mortales particulares, pero estos tiempos que vivimos están siendo grandes maestros y nos enseñan que lo que creíamos que era algo serio resultó ser un cuento chino: Wall Street era un nido de ladrones borrachos; el presidente Bush y las autoridades monetarias de su país, sus compinches, y la ciencia económica, con todos sus premios Nobel, un juego de ruleta basado en las teorías del caos. O del cacao, no se sabe. El Estado, la política, la justicia; un cachondeo. Reparen en unos jueces que en Euskadi van a juzgar al presidente de los vascos y al jefe de la oposición por hacer política. Se podrá procesar a los policías por hacerse pasar por policías, a los fontaneros por reparar cañerías, a los periodistas y escritores por escribir (bueno, esto ya ocurrió otras veces).

La Administración del PP repartió lo que quiso a quien quiso, amiguetes o capital madrileño

La vida es más impredecible y artística de lo que parece, y no iban nuestros políticos a ser menos que todos nosotros, el resto de esta humanidad beoda. Cuando los dos partidos que formaron la Xunta bipartita negociaron el reparto de la pieza, pactaron con método y astucia, pero, como ambos son listos, se engañaron mutuamente, se colaron goles aquí y allá. Por lo que se ve, uno de esos goles, éste en la portería socialista, fue la Consellería de Industria y el reparto de licencias para la explotación de energía eólica. Eso explicaría que estando ya convocadas las elecciones sigan aún ambos partidos enredados en una pelea, caídos por tierra, para regocijo de la oposición y de los que organizan y azuzan este espectáculo bastante lamentable.

Oídos los reproches que le hacen a la Consellería de Industria organizaciones agrarias, arguyendo los intereses de los propietarios de tierras expropiadas; organizaciones ecologistas, preocupadas por el impacto en el paisaje; sus socios de Gobierno, que quisieran ser consultados ... Parece evidente que en el proceso se podría haber escuchado y consensuado más. La Consellería tiene difícil negarlo. Ahora bien ...

El "ahora bien" es porque el juicio global sobre ese proceso y su resultado hay que hacerlo recordando cómo se hizo la vez anterior: la Administración del PP repartió lo que quiso a quien quiso, amiguetes o capital madrileño que vino con el cazo y se marchó con él lleno. Hago memoria y por más que me esfuerzo, no recuerdo tal campaña de agitación informativa alrededor de aquel reparto de energía. Seguramente se podría haber hecho mejor este otro reparto, pero no será tan malo cuando se diversificaron los adjudicatarios y se primó a las solicitudes de empresas y empresarios de aquí. Tanto el PSdeG como el BNG parecieron en esta legislatura catalizar y apoyar al empresariado y capital gallego. Así lo dijeron y lo intentaron cada uno por su lado, aunque en esto, igual que en todo, lo hicieron en paralelo y compitiendo, como es lógico. ¿Hubo clientelismo en este reparto de adjudicaciones? Quién sabe, probablemente. Uno piensa mal de casi todo, pero piensa mucho peor aún de los que arman esta campaña.

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Continuar moliendo el mismo grano una semana y otra, dándole vueltas a las aspas del molino, está levantando rachas de viento que sacuden el barco. Puede ser el peor final para un experimento político y una legislatura que no fue lo que deseábamos muchos ni lo que podría haber sido, pero que deja un balance razonable.

Los roces en el bipartito, constantes pero que supieron mantenerlos a cubierto, afloran ahora en carne viva. En parte por la natural rivalidad, pero sobre todo por la obscena campaña de prensa, un monstruo voraz al que alimentaron sucesivamente unos y otros, los tres partidos y que ahora los azuza, zahiere, chantajea, los manipula, condiciona, transformando la política gallega en un espectáculo de lucha en el barro. Se les podría decir tanto al PP como al PSdeG y al BNG: "Tenéis lo que os merecéis". Pero la sociedad gallega no se merece esto. Que las elecciones las decidan los ciudadanos y nadie más.

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